El 5 de mayo de 1916
aparecía en el periódico LA
ACCION , en su página segunda y bajo el título ferias
españolas ROMERIA DE LA VIRGEN DE
LA CABEZA ,
la siguiente crónica, nuestra segunda entrega sobre la fiesta a esta advocación
de María: un cuadro costumbrista que deja traslucir sus prolegómenos, la marcha del cortejo romero rumbo a la sierra, los encantos paisajísticos
del camino y la actividad festivo-religiosa en el Cerro antes del regreso.
FERIAS ESPAÑOLAS
“En el
último domingo de Abril se celebra anualmente la fiesta y romería de la Virgen de la Cabeza , Patrona de Andújar,
fiesta que goza de justa celebridad en Andalucía y que posee sobrados encantos
para merecerla.
Deseosa LA ACCION de recoger en sus
columnas todas las palpitaciones del pueblo español, dondequiera que surjan y
sucedan, especialmente si ellas llevan un alegre sello tradicional y castizo,
nos dio el encargo de asistir a esta romería religiosa, que reúne en el corazón
de Sierra Morena a miles de almas llegadas de distintos y apartados pueblos.
En Andújar
Llegamos
a Andújar cuando la población se disponía para recibir las cofradías forasteras
que concurren a la romería.
Andújar
es un pueblo alegre y risueño, que parece bajado de los abruptos montes para
bañar la blancura de sus pies en el Guadalquivir. Un puente antiguo y magnífico
separa la ciudad de la vía férrea, y a ese puente acuden los vecinos para dar
la bienvenida a las cofradías que llegan
de lugares más o menos alejados.
Entre
apiñadas filas de coches y automóviles desfilan las hermandades con banderas,
músicas y tamboriles, oyendo saludos cariñosos y frases de amistad.
Camino de la sierra
El sábado
último comenzaron desde apenas llegado el día el movimiento y los preparativos
de los expedicionarios. Los amables oficios de amigos que se disputan el
cumplimiento de los santos deberes de la hospitalidad nos han provisto de un
mulo práctico en andanzas serranas;
olvidando la triste figura que bestia y caballero componían, nos unimos a la
cofradía de Andújar que a las ocho de la mañana comenzó su desfile por el
pueblo.
Rompían
la marcha varias, grandes y artísticas banderas de vivos colores, sostenidos
por jinetes que las movían y batían al aire; luego iban los romeros, vestidos
con lujosos trajes y sentados sobre burros adornados con ricas colchas de raso.
Terminando la larga fila de bellas devotas marchaba la hermana mayor, Juanita
Martínez, una encantadora muchacha que, con elegante traje de amazona, cruzado
por una artística y bella banda blanca bordada en oro –que la sirve de
distintivo-, y montando un brioso caballo, recibía los elogios, las flores y
los chicoleos del público que al paso de la comitiva se agolpaba. Una banda de
música precedía a los romeros del sexo fuerte, que, montados, en caballos y
mulos, cerraban el típico desfile. El hermano mayor, don Juan Martínez; el
alcalde de Andujar, don José Ortí; el capellán de la cofradía, las autoridades
locales, etc., formaban parte de este apiñado grupo.
Ya fuera
del pueblo, la comitiva hace un alto en la ermita llamada de San Mancio para
prepararse al rudo camino. Las mujeres cambian sus vestidos de seda por trajes
adaptados a la índole de la expedición, y entre los hombres aparecen las botas
de vino, que comienzan a cumplir su cometido.
Pronto se
reanudó la marcha, formándose grupos de romeros y romeras, que cambian
chispeantes palabras y vierten el buen humor a caño libre; nosotros tuvimos la
suerte de hallar unas chiquillas guapas y graciosas que saben a maravilla el
arte de acortar los caminos; nuestro
desdichado mulo, que impertérrito sufrió sus burlas y chistes, las debe el
favor de que le prestaran alas, pues sólo así nos explicamos lo breve que nos
pareció el recorrido.
El camino
está exuberante de galas; es pintoresco siempre, perfumado a todas horas por la
vegetación de un monte que coquetonamente se adorna con flores de jara y
tomillo. Por nuestra parte, no sabíamos qué admirar más: si la grandiosidad del
paisaje, el donaire de las compañeras de viaje o el celoso cuidado de algunos
cofrades, vigilantes siempre de que la sed no nos atormentara.
A las
doce del día, un almuerzo copioso repara las fuerzas; un almuerzo alegre y
bullicioso en medio del monte, sazonado con carcajadas y bromas.
Sin
prolongar mucho el alto, pues aún quedaban por recorrer algunas leguas,
emprendimos la marcha, cruzando veredas que, sin vacilar ante la aspereza del
terreno, sorprenden, atrevidas, los más hermosos lugares de la sierra. Muchas
veces, cuando se llega a puntos altos, la vista domina revueltas y curvas del
camino, que, marcado por los chillones colores de las sombrillas de las
expedicionarias, parece moverse como un reptil que se arrastrara rozando …(ilegible).
A las
cuatro de la tarde llegamos al cerro cuya cresta corona el santuario de la Virgen de la Cabeza , y allí hacen su
entrada las cofradías con las banderas desplegadas y las músicas tocando.
En el Cerro de la Cabeza
Pocos
paisajes podrán poseer la grandeza y esplendidez de este cerro de la Cabeza , que domina a
cuantos le rodean y parece vigilar los accidentados lugares que le circundan.
La majestad y el silencio de la sierra
le rinden una ofrenda de respeto y un fondo de maravillosas variantes.
En la
falda del cerro, esparcidas por unos y otros lados, se divisan muchas casitas
blancas, que pertenecen a cofradías de distintos pueblos; por todas partes se
ven gentes que bullen y se mueven, grupos de caballerías que descansan de la
jornada, tiendas de campaña preparadas para la noche, hogueras, dispuestas a
servir de cocinas y, en fin, una extraña
población que turba la paz de un monte salvaje y agrio.
¿Quién
podrá olvidar esa noche, pasada en pleno campo, entre riscos y monte, lejos de
poblado, sintiendo el rumor confuso de músicas y gritos de alegría, bailes y
voces que rompen una sola vez al año el silencio imponente de las noches de la
sierra?
La fiesta de la Virgen
Desde
antes de amanecer, las cofradías marchan al santuario para oír sus misas y, más
tarde, celebrada la función de iglesia en honor de la Virgen , se organiza la
procesión, que baja por pendientes calzadas en larga fila, compuesta por
cofradías de los siguientes pueblos: Priego, Castillo de Locubín, Sabiote,
Higuera de Arjona, Villanueva de la
Reina , Linares, Menjíbar, Mancha Real, Higuera de Calatrava,
Villa del Río, Cañete de las Torres, Valenzuela, Marmolejo, Torredonjimeno,
Arjona, Rute, Jaén, Montoro, Lopera, Bailén, Puertollano, Arjonilla, Alcalá la Real , Martos, Colomera y Andújar.
Detrás de
las cofradías marcha la imagen de la
Virgen sobre andas, en las que va subido un sacerdote, con la
misión de tocar a la imagen con objetos piadosos que le van entregando los
romeros.
Esta
procesión que se descuelga del empinado cerro, destacándose vivamente con los
colores de las numerosas banderas, atravesando sitios abruptos y
desarrollándose entre clamorosos vivas a la Virgen , que se mezclan con las notas de las
músicas y los redobles de los tamboriles, es un espectáculo que emociona por la
extraña mezcla de sencillez y grandeza que encierra.
Nosotros,
admirándolo todo, sentimos un mayor respeto y un encanto especial ante el paso
de las cofradías más modestas, en las que los trajes campesinos de los hombres
y las galas algo añejas de las mujeres, que hubieran tentado a risa en otras
ocasiones, parecían ennoblecer el acto y afirmar la honradez de una fe que con
terca monotonía iba cantando el tamboril.
El regreso
Terminada
la procesión, y después del almuerzo servido suculentamente en la casa-cofradía
de Andújar, emprendimos el regreso por carretera para gozar las delicias de su
paisaje y dar fe de que el viaje a la
Virgen de la
Cabeza puede hacerse con toda comodidad, aún cuando los numerosos
automóviles y coches que asistieron a la fiesta lo tenían bien demostrado. Una
hora de “auto” y poco más de tres en coche permiten recorrer la distancia que
separa a Andújar del cerro de la
Cabeza , ofreciendo panoramas deliciosos al turista.
Notas finales
A la
romería han asistido este año, las autoridades locales de Andújar, el
gobernador civil de Jaén y su señora.
La
originalidad de la fiesta, los encantos de los lugares donde se celebra y la
hospitalidad y simpática cortesía del pueblo de Andújar son cosas más que
sobradas para recomendar la asistencia a esta típica romería andaluza.
Entre
nuestros más gratos recuerdos conservaremos los de esos dos días de
esparcimiento y suaves emociones; esas horas en que conseguimos mezclar la paz
de los campos con la sana alegría de la sociedad entre hombres, y no hemos de
olvidar tampoco a las lindas señoritas que supieron ocultar su fatiga para
evitar que apareciera nuestro cansancio.
Antón Zotes
Andújar,
Mayo 916.
Fuente: Imagen y texto se han tomado del diario LA ACCION (5-5-1916)
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