El hallazgo de numerosas reliquias al pie de las murallas de Santa María propició
un intenso movimiento religioso que se propagó, primero, por las poblaciones
vecinas, y mas tarde irradió por distintos puntos de las provincias de Jaén,
Córdoba, Granada y Málaga. La multitudinaria llegada de peregrinos en estos
primeros años para visitar Santa María llevó a las autoridades a decidir la
erección de un santuario o iglesia donde pudieran custodiarse y recibir culto.
"Será Dios servido, –escribía el Cardenal el 4 de mayo de 1633- vaya yo presto
a Arjona para que hagamos luego a los Santos Bonoso y Maximiano alguna
capilla, donde poder decir misa y encomendarse a los Santos los que llegaren
al santuario con la devoción que se merece”.
Elegido el lugar, las inmediaciones de la ermita de San Nicolás, comienzan el 30 de septiembre de 1635 los trabajos de allanamiento del terreno y derribo de tapias y, dos días después, la apertura de zanjas para la cimentación.
Se desestima, empero, este primer emplazamiento, y se elige otro sitio por considerarlo más idóneo: “el lugar donde se descubrieron las primeras reliquias, a continuación de la puerta de Alcázar, ‘arrimada a la muralla sobre el antemuro’, entre la torre de la Vela y la del Rastrillo o Santos”.
Para ocupar su nuevo emplazamiento, se derribó la torre de los Santos el 12 de noviembre de 1639 y comenzó la cimentación el día 23, enterrando en caja de plomo y otro de piedra un pergamino con la siguiente inscripción: “+ J.H.S. D. BONOSO ET MAXIMIANO sub praeside Daciano Urgavonae martyrium vallis eade Urgavona tanque suis tutelari 69 templum erigit consacrat dicathoe quis ergo anno de 1635 Eclesia modernote urbano Papa 8 christianorum imperium Ferdinando 2 Hispaniam regna Philip 4, et episcopabum giennense D. Balthasare de Moscoso et Sandoval S. R. E. titulo S. Crucis Hierusalem presbitero Cardenali.”
Las obras fueron dirigidas por el Maestro Mayor (arquitecto) Juan de Aranda Salazar, (Castillo de Locubín, 1605 - Jaén 1654), llamado por el Obispo de Jaén, D. Baltasar Moscoso y Sandoval en 1634 para encargarle la continuación de las obras de la catedral, proyectada por Andrés de Vandelvira, (obra suya fueron las capillas del testero, Presbiterio, Cúpula y Portada Norte), lo que le valió gran renombre y la intervención en numerosas construcciones, como la propia del Santuario de Arjona.
El contratista fue Bartolomé de Moya que quedó obligado a hacerla, según subasta celebrada en Jaén ante Antonio Ribera, por el precio de nueve mil trescientos reales. Por aquel entonces se retribuía al maestro albañil con siete reales y tres, los peones.
Entre los años 1635 y 1642, se utilizaron 18.000 ladrillos de Arjonilla, 42 cahíces de cal y 6.000 adobes, más las carretadas de piedra de Santiago de Calatrava necesaria, que importaron 6254 reales. Los gastos de estas primeras obras alcanzaron los 388.890 maravedíes.
El Cardenal Moscoso y Sandoval entregó de sus rentas de 1629, 2126,6 ¼ fanegas de trigo y 19 ½ fanegas de cebada, “más bastantes libranzas de dinero entregadas por el dicho cardenal que no se determinan ‘por no haber instrumentos ni la quenta que se tomó al depositario’.”
De limosnas de los fieles, aparecen recibos por valor de 564.473 maravedíes.
Aunque en la portada del templo lleva grabada la fecha de 1659, las obras no habían finalizado a la altura de 1668, según se recoge en un acta del concejo municipal fechada el 23 de julio de dicho año, si bien se confirma ya “que la iglesia estaba abierta al culto y que en la casa, hoy del santero, vivía el vicario y juez eclesiástico de Arjona, el licenciado Francisco García del Valle”.
La conclusión de las obras del Santuario, de acuerdo con una de las dos inscripciones aparecidas en la planta inferior del edificio, tuvo lugar el 18 de agosto de 1672.
Según planeó el arquitecto, en el edificio se superponen dos iglesias, que a juicio de Bernardo de Espinalt “están fabricadas con tal arte que a las dos se entra por terreno llano”.
La parte superior tiene su entrada desde la Plaza de Santa María, a través de una “portada de estilo renacentista, coronada por el escudo del Cardenal Moscoso y Sandoval, gran impulsor de todo el proceso de descubrimiento y glorificación de las múltiples Reliquias halladas en 1628.” Su planta es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos y pilastras arquitrabadas que sostienen arcos de medio punto.
En su altar mayor se colocaron las imágenes de los Santos Bonoso y Maximiano, en otro altar lateral, en pintura, los también mártires y Santos Apolo, Isacio y Crotas.
En la parte inferior se horadó una cámara para ser vista desde fuera, a modo de cripta, con acceso al paseo construido para dar consistencia a esta construcción. Presenta un retablo de yeso policromado, de influencia barroca, (que no se terminó hasta mucho tiempo después), lápidas con las historias de los mártires y una portada plateresca.
En este recinto “dos de sus vanos tenían como finalidad la de albergar los Relicarios de San Bonoso y San Maximiano”.
Así mismo, el santuario alberga el Museo de los Santos, en el que se expone buena parte del patrimonio de la Hermandad.
Fuentes:
ANALES DE LA CIUDAD DE ARJONA. Autor: Santiago de Morales Talero. Madrid, 1965.
ARJONA: HISTORIA, VIDA Y PAISAJE. Autor: Manuel A. Cardeña Perales.
UN EPÍGONO DEL CLASICISMO EN LA BAJA ANDALUCÍA, JUAN DE ARANDA SALAZAR. Autor: Pedro Galera Andreu.
ANDALUCÍA, TURISMO DIGITAL. Primer diario europeo de información turística.