En
el Museo de los Santos se custodia una antiquísima medalla de la Virgen del Alcázar, que
formaba parte del ornato de un púlpito labrado a finales del siglo XVI cuya
autoría se había atribuido durante mucho tiempo a los talleres de rejería
andujareños.
El testimonio dejado, sin embargo, por
Agustín de Aguilar, la figura más señera
de la rejería en Jaén a lo largo de la segunda mitad del s. XVI, arroja
definitiva luz sobre su verdadero artífice.
Cuando ya anciano redactaba el 25 de
noviembre de 1582 su última voluntad ante el escribano público Alonso Pérez de
Rivera, Aguilar dejaba evidencia de su innegable autoría al referir en su
testamento que por aquel entonces se hallaba labrando, pese a su avanzada edad,
el que debió ser probablemente uno de sus últimos trabajos, ‘un púlpito para la iglesia de Santa María
de Arxona y para en cuenta de él, tengo recibidos 20 ducados del mayordomo de
la dicha iglesia’.
El púlpito de Agustín de Aguilar formó parte
valiosa durante cientos de años del conjunto patrimonial del templo de Santa
María hasta su desaparición a comienzos de la contienda del 36. No obstante, un
fragmento del mismo pudo recuperarse tras el incendio de la iglesia,
circunstancia que permite valorar el grado de perfección alcanzado por el
artista jiennense en el modelado de la chapa.
Se trata de una barra abalaustrada de unos
0’80 metros de longitud, con una medalla en su mitad de 0,35 metros de
diámetro, donde aparece en repujado la imagen sedente, entre nubes y con el
Niño en brazos, de la Virgen
del Alcázar, titular del templo enclavado en la zona más elevada de la ciudad.
Su ejecución, a decir de los entendidos en arte, “sigue el diseño que tiene en cuenta el realismo romano y el
virtuosismo técnico en conseguir ciertas perspectivas y escorzos”.
Breve
reseña biográfica del autor. Se desconoce cuando nació Agustín de Aguilar
pero en 1548 ya había concluido su etapa de instrucción y comienza a atender
los primeros encargos particulares, al tiempo que se ocupa del trabajo de rejería-cerrajería-
relojería del cabildo municipal jiennense, empleo que había ejercido su padre
con anterioridad y que mantuvo a lo largo de su dilatada vida.
Alcanzó la cima de su carrera tras la
muerte del Maestro Bartolomé, -máximo exponente de la rejería en la primera
mitad del 500- pues a su ocupación municipal añadió la que obtuvo de la iglesia,
acaparando también, a partir de ahora, el favor de los primeros mecenas de la
ciudad,
Hombre piadoso, fue buen hacedor de
herrajes de puertas, sobre todo de aldabones o llamadores (puertas del Pósito y
de la Magdalena )
y rejas para ventanas.
Él suministró los herrajes para las nuevas
obras catedralicias que desde 1555 levantaba Vandelvira en la capital y la
segunda catedral de la diócesis, la de Baeza. Suyas deben ser las rejas de
ventanas de las fachadas de la sacristía, cripta y sala capitular de la Catedral de Jaén. Paulatinamente
su área de influencia se fue extendiendo primero por las iglesias del Santo
Reino, traspasando sus fronteras después hasta ampliarla por las provincias de
Granada y, quizás, de Córdoba.
En 1582, en su ancianidad, se encontraba,
como se ha indicado, labrando el púlpito para el templo arjonero de Santa María,
del que había cobrado a cuenta 20 ducados. El antiguo medallón que se conserva
en el Museo de los Santos, forma parte del legado que aún pervive de su obra.
BIBLIOGRAFÍA:
La rejería de Jaén en el s. XVI. Autor: José Domínguez Cubero. Diputación
Provincial de Jaén. Dep. legal: J638 – 1989.
Foto: Córcoles de la
Vega.
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