El hallazgo los días 12 y 13 de octubre de 1628 de numerosos
restos óseos al pie de las murallas de Santa María, algunos de ellos atribuidos a los jóvenes Bonoso y Maximiano, martirizados el
21 de agosto de 308 por orden del Prefecto de las Españas, Publio Daciano,
originaría una verdadera conmoción entre los habitantes de la entonces
villa de Arjona, y propiciaría, en el contexto de la sociedad barroca del primer
tercio del s. XVII, un intenso movimiento religioso que se propagó en cuestión
de unos días, primero, por las poblaciones vecinas de Higuera de Arjona (27 de
octubre), Villanueva de Andújar (28 de octubre) y Escañuela (29 de octubre), y
poco después a Torredonjimeno e Higuera de Martos (ambas el 28 de
diciembre), Martos (17 de enero de 1629) y Santiago (25 de enero), irradiando más tarde por
distintos puntos de las provincias de Jaén, Córdoba, Granada y Málaga.
Todas estas poblaciones solicitan del vicario de
Arjona un lugar de la plaza de Santa María donde poner una cruz, se
constituyen en cofradías para hacer fiesta solemne anual a los Santos, y asistir a la procesión, cada 21 de agosto con sus estandartes e insignias.
La construcción del edificio de Santuario
La multitudinaria llegada de peregrinos a
Arjona en esos primeros años para visitar las santas reliquias expuestas en
Santa María llevó a las autoridades a decidir la erección de un santuario o
iglesia donde pudieran custodiarse y recibir culto debidamente.
“Será Dios servido, –escribiría
el Cardenal Moscoso y Sandoval, a la sazón Obispo de Jaén, el cuatro de mayo de 1633- vaya yo presto a Arjona para
que hagamos luego a los Santos Bonoso y Maximiano alguna capilla, donde poder
decir misa y encomendarse a los Santos los que llegaren al santuario con la
devoción que se merece”.
Elegido el lugar, las inmediaciones de la ermita de San Nicolás,
comienzan el treinta de septiembre de 1635 los trabajos de replanteo del terreno
y derribo de tapias. Dos días después, el 2 de octubre, comienza la apertura de zanjas para la
cimentación.
Desestimado, empero, ese primer
emplazamiento, se elige un nuevo sitio por considerarlo más idóneo: “el lugar
donde se descubrieron las primeras reliquias, a continuación de la puerta de
Alcázar, ‘arrimada a la muralla sobre el antemuro’, entre la torre de la Vela y
la del Rastrillo o Santos”.
Durante cuatro años permanecieron paralizadas las obras, un retraso quizás motivado también, además de por la razón aducida más arriba,
por la falta de arquitecto que las dirigiese, hipótesis más que plausible si
hacemos caso al fragmento de la carta que el Cardenal-Obispo de Jaén dirige
desde Baeza el 30 de septiembre de 1639 al Arcipreste de la villa de Arjona en
estos términos: “… no se dilate (la obra) por falta de maestro mayor.
Se vuelve el Dr. Ramírez por Jaén con orden para que parta luego a disponer la
traza”.
Apenas unos días después, el 8 de
octubre, el prelado cursa un nuevo mensaje apremiando con la máxima diligencia,
una vez superado el escollo de la dirección de las obras, a la reanudación de
los primeros trabajos en el nuevo espacio elegido.
El
despacho dado en mano al mismísimo arquitecto para su entrega al Arcipreste de
Arjona es suficientemente explícito. En él se indicaba textualmente el siguiente mensaje: “Esta carta lleva el
maestro mayor para el Sr. Arcipreste y señor Dr. Botija que como son tan amigos
y también míos quiero decirles cómo lleva ya la traza y resolución de lo que se
ha de ejecutar y que conviene mucho abrir las zanjas con toda brevedad y pues
hay mezcla hecha y piedra junta, se comenzará a fabricar antes que llueva y no
se pueda pasar adelante y en la carta que escribo a la Universidad digo como
doy licencia para que se trabaje los días de fiesta.”
En ese sentido, el 12 de noviembre de 1639 comenzaron por fin los trabajos con el
derribo de la torre de los Santos y, a su término, se inició la cimentación de los terrenos el día 23, enterrando en una caja
de plomo y otra de piedra un pergamino con la inscripción: “+ J.H.S. D. BONOSO ET
MAXIMIANO sub praeside Daciano Urgavonae martyrium vallis eade Urgavona
tanque suis tutelari 69 templum erigit consacrat dicathoe quis ergo anno de
1635 Eclesia modernote urbano Papa 8 christianorum imperium Ferdinando 2
Hispaniam regna Philip 4, et episcopabum giennense D. Balthasare de Moscoso et
Sandoval S. R. E. titulo S. Crucis Hierusalem presbitero Cardenali.”
Imagen del Santuario hacia 1912
Las obras fueron dirigidas por el Maestro Mayor (arquitecto)
Juan de Aranda Salazar, (Castillo de Locubín, 1605 - Jaén 1654), llamado por el
Obispo de Jaén, D. Baltasar Moscoso y Sandoval en 1634 para encargarle la
continuación de las obras de la catedral, proyectada por Andrés de Vandelvira, (obra
suya fueron las capillas del testero, Presbiterio, portada septentrional y Cúpula), lo que le valió gran renombre y la intervención en numerosas
construcciones, como la propia del Santuario de Arjona.
Bartolomé de Moya, contratista de las obras de la Ermita,
quedaría obligado a llevarlas a término, según subasta celebrada en Jaén ante
Antonio Ribera, por el precio de nueve mil trescientos reales. Por aquel
entonces se retribuía al maestro albañil con siete reales y tres, los peones.
Parece fuera de toda
duda el interés y preocupación del entonces Obispo de Jaén por la marcha de la obra. A tenor del intercambio epistolar que mantuvo en aquellos años
conocemos que en septiembre de 1642 recaba información sobre el estado de las
obras, interesándose, en esa dirección sobre si para entonces se “ha comenzado a
sentar (levantar) la portada”; incluso en mayo del año siguiente envía a
Arjona a P. Fray Luis de Barcelona para conocer de primera mano la evolución de
aquella construcción y a interesarse por las posibles necesidades “que hubiese
que advertir en la fábrica”.
Hacia 1642, se habían utilizado 18.000 ladrillos de
Arjonilla, 42 cahíces de cal y 6.000 adobes, más las carretadas de piedra de
Santiago de Calatrava necesaria, que importaron 6254 reales. Los gastos de
estas primeras obras alcanzaron los 388.890 maravedíes.
Imagen del lado este antes de la colocación de los pilares de refuerzo
El Cardenal Moscoso y Sandoval había
entregado ya de sus rentas de 1629, 2126,6 ¼ fanegas de trigo y 19 ½ fanegas de
cebada, “más bastantes libranzas de dinero entregadas por el dicho cardenal
que no se determinan ‘por no haber instrumentos ni la quenta que se tomó al
depositario’.”
De limosnas de los fieles, aparecen recibos
por valor de 564.473 maravedíes.
Las inscripciones latinas
Parece obvio que a la altura de 1644 se había levantado ya el
muro norte de la planta inferior del Santuario con su portada plateresca
y ventanales pues se colocan ese mismo año, sufragadas por el pueblo, las dos
inscripciones latinas que aparecen rotuladas en piedra sobre las ventanas
próximas a la portada y a la espadaña del templo, con la intención de perpetuar
en la memoria colectiva el proceso del martirio y el posterior hallazgo de las
reliquias de los dos jóvenes de la milicia romana, declarados patronos de la
villa de Arjona por la primera autoridad diocesana el 14 julio de 1628 y, cinco
días después, acogidos oficialmente como tal por el Concejo y el vecindario.
Traducidos del latín
al castellano ambos epigramas vienen a decir lo que sigue:
“A LOS SANTOS BONOSO Y MAXIMIANO, POR PUBLIO
DACIANO, PREFECTO DE LAS ESPAÑAS, MARTIRIZADOS Y CUYOS CUERPOS FUERON
REVESTIDOS UNA NOCHE EN ESTE LUGAR CON CELESTIAL RESPLANDOR Y SEPULTADOS CON
SIGILO, Y POR ÚLTIMO EN EL PRESENTE SIGLO, ILUMINADOS CON MILAGROSOS,
FRECUENTES Y BRILLANTES FULGORES QUE MOSTRABAN EN EL AIRE SIGNOS TRIUNFALES DE
CRUCES, Y POR DIVINA INSPIRACIÓN ENCONTRADOS DESPUÉS DE MIL TRESCIENTOS VEINTE
AÑOS. POR ESTOS Y OTROS DONES AUGUSTÍSIMOS Y DIVINÍSIMOS, ANTE LOS CUALES QUEDÓ
SORPRENDIDA LA MENTE HUMANA, EL EMINENTÍSIMO Y
REVERENDÍSIMO DON BALTASAR DE MOSCOSO Y SANDOVAL, PRESBÍTERO CARDENAL DE LA SANTA IGLESIA ROMANA DEL TÍTULO DE LA SANTA CRUZ DE JERUSALÉN, EN EL AÑO 25 DE SU
EPISCOPADO DE JAÉN, POR VOTO DE SUS HIJOS A AQUELLOS A QUIENES SE DEBEN MAYORES
Y MÁS AUGUSTOS DONES, PARA ALABANZA, HONOR Y JUSTA VENERACIÓN Y PARA MEMORIA DE
ELLOS, CON GRAN PIEDAD, ERIGIÓ TEMPLO Y ALTARES, CON DEDICACIÓN DEL OBSEQUIO EN
EL AÑO DE CRISTO DE 1644 Y 24 DEL REINADO DE FELIPE IV , REY DE LAS
ESPAÑAS. EL SENADO Y EL PUEBLO DEL MUNICIPIO ALBENSE URGAVONENSE ARJONENSE A
SUS FORTÍSIMOS E INDULGENTÍSIMOS PATRONOS, FELICES Y SIEMPRE INVICTOS, POR VOTO
DEDICÓ ESTA PIEDRA CON INSCRIPCIÓN”
"A LOS BIENAVENTURADOS
DEL DIOS ÓPTIMO MÁXIMO, SANTÍSIMOS Y TRIUNFADORES DE LA IMPÍA REBELIÓN DEL PREFECTO ROMANO DE SEVILLA, EN LA GUERRA CIVIL DE ANDALUCÍA, MILITANDO BAJO LAS
BANDERAS DE LOS EMPERADORES, CUANDO APENAS HABÍAN SALIDO DE LA PUBERTAD , Y ADEMÁS TRIUNFADORES DEL PRÍNCIPE DE
LAS TINIEBLAS Y DE LOS MISMOS EMPERADORES DIOCLECIANO Y MAXIMIANO, EN LA DÉCIMA PERSECUCIÓN GENERAL CONTRA LA IGLESIA DE DIOS, BAJO EL PODER DEL PREFECTO DE
LAS ESPAÑAS, PUBLIO DACIANO, EL 21 DE AGOSTO POR EL AÑO DE CRISTO DE 308, A LAS TRES DE LA TARDE , SIENDO BONOSO DE 20
AÑOS Y MAXIMIANO, SU HERMANO, DE 18 AÑOS DE EDAD, FUERON CORTADAS SUS CABEZAS,
VENCIENDO GLORIOSAMENTE POR LA FE DE CRISTO,
DESPUÉS DE SUFRIR ESTRECHA CUSTODIA EN LA CÁRCEL Y ATORMENTADOS
CON SED CONTINUA EN LA MITAD DEL ESTÍO
Y CON EL SUPLICIO DE LA TRÓCLEA.
Y EN ESTE MISMO SITIO Y LUGAR,
DONDE SE CREE CONSIGUIERON LA
PALMA DEL MARTIRIO, SUS CUERPOS SAGRADOS, QUE YA
HABÍAN SIDO NEGADOS POR EL PRESIDENTE A LOS PADRES DE LOS MÁRTIRES, NATURALES
DE LA COLONIA ILITURGI FORO JULIA, LLAMADA ANDÚJAR HOY, EN
SECRETO SEPULTADOS POR CIERTOS SOLDADOS CRISTIANOS QUE SALIERON POR LA NOCHE CON CAUTELA DE ESTE ALCÁZAR, AL VER DICHOS CUERPOS REVESTIDOS DE UN RESPLANDOR ESPECIAL. EL MUNICIPIO ALBENSE URGAVONENSE A SUS
INDULGENTÍSIMOS PATRONOS DEDICÓ TEMPLO Y ALTARES Y ESTA PIEDRA E INSCRIPCIÓN
POR DECRETO DE LOS DECURIONES”
Aunque en la portada del templo que mira a la Plaza de Sta. María aparece
grabada la fecha de 1659, las obras, sin embargo, no habían finalizado a la
altura de 1668, según se recoge en un acuerdo del concejo municipal fechada el 23
de julio de dicho año, si bien se confirma ya “que la iglesia estaba abierta al
culto y que en la casa, hoy del santero, vivía el vicario y juez eclesiástico
de Arjona, el licenciado Francisco García del Valle”.
La conclusión definitiva de las obras
del Santuario, a tenor de la inscripción que aparece en la base del retablo
construido en la planta inferior del edificio, no llegó a producirse hasta justamente el
18 de agosto de 1672.
Descripción de las portadas y el retablo
A
la planta superior se accede desde la Plaza de Santa
María, a través de una puerta flanqueada por dos pilastras cajeadas,
característica del renacimiento tardío, y rematada por un sencillo arco de
medio punto apoyado en impostas.
Del entablamento arranca el segundo cuerpo, cuya pieza principal lo constituyen dos hornacinas enmarcadas en piedra moldurada
cruciforme que en sus bases laterales exteriores ofrecen el
detalle de dos relieves labrados en espiral.
Portada de acceso al santuario desde la Plaza de Sta. María
Aranda Salazar dejó estipulado en su informe de
arquitectura redactado en 1640, la colocación en ambas hornacinas de sendas
figuras de piedra, de dos varas de altura (167 centímetros ),
aunque no entraba en detalles sobre el aspecto formal que deberían tener las
estatuas dedicadas a los Santos Mártires.
Tal vez, esta indefinición fue la causa principal
de que, a la postre, transcurriese el tiempo y el santuario se diese por
finalizado en 1659, sin llegar a realizarse en piedra las efigies de los Santos
Patronos.
Coronan esta portada un frontón rebajado, que
alberga en su tímpano el escudo del obispo impulsor del santuario,
rematado con dos pináculos que arrancan de sus rebordes superiores y una cruz
labrada en piedra en el vértice.
En relación a la planta del cuerpo superior es de una sola nave cubierta
con bóveda de cañón con lunetos y pilastras arquitrabadas que sostienen arcos
de medio punto.
En su altar mayor se colocaron las imágenes
de los Santos Bonoso y Maximiano, en otro altar lateral, en pintura, los
también mártires y Santos Apolo, Isacio y Crotas.
En el piso inferior se horadó una cámara
para ser vista desde fuera, a modo de cripta, con acceso al Cementerio de los Mártires, creado con el fin de dar consistencia
a la construcción.
Portada de acceso desde el Paseo de los Mártires
En su exterior aparece una portada
característica del plateresco tardío y dos inscripciones con artísticas
molduras labradas en piedra, a las que ya nos hemos referido con anterioridad.
Los pilares que flanquean el vano están
constituidos por grandes sillares labrados con sobrias y sencillas
cenefas que contrastan con la minuciosidad de la decoración del dintel, difícil
de apreciar por la huella que ha dejado en su estructura a lo largo de más de tres siglos los rigores del clima.
Con idénticos elementos
decorativos a la portada renacentista, a excepción de la cruz, el frontón
rebajado completa este conjunto arquitectónico porticado.
Detalle de la decoración del dintel
En su interior se edificó un retablo de yeso
policromado de indudables resabios colonialistas. En ese recinto “dos de sus vanos tenían como
finalidad la de albergar los Relicarios de San Bonoso y San Maximiano”. Las obras del atípico retablo que
preside la Cripta
finalizaron el 18 de agosto de 1672.
Realizado en yeso
policromado, se trata de un cuerpo rectangular coronado por decoración vegetal
que se adapta a un rebajadísimo semicírculo. El retablo consta de un único piso
de tres calles separadas por cuatro columnas de esquemático capitel y fustes
espigados en zig-zag. En ellas abren vanos rectangulares, dedicados a guardar
los relicarios de los mártires, más bajos en los laterales para dejar espacios
a tondos superiores.
En la calle central, remata el vano una
moldura arqueada de la que pende una corona entre ondulante decoración: una moldura superior, muy fina, enmarca todo el vano y se modula por encima de los
capiteles. Solo la cornisa separa el cuerpo del mencionado acabado.
Si extraña resulta la ruptura del
hipotético entablamento, más aún lo es la decoración: foliada y amplia,
biselada y muy profunda, convierte a ésta en una obra exótica de indudables
resabios coloniales.
Retablo realizado en yeso policromado
En el banco puede leerse la inscripción que sigue y la fecha de su ejecución:
“A ONRA Y GLORIA DE DIOS NR. SEÑOR Y DE LOS SANTOS MÁRTIRES, SE
ACABÓ ESTA OBRA SIENDO OBISPO DE JAÉN EL ILMO. SR. D. ANTONIO FERNÁNDEZ DEL
CAPO ANGULO Y BELASCO Y BICARIO EL MAESTRO D. SEBASTIÁN SALIDO HERBAS”
(izquierda), “Y PRIOR DE SANTA MARÍA EL LD. JUAN FRANCISCO DE UTRERA Y CÉSPEDES
Y MAYORDOMO D. LUIS MONTESINOS PÉREZ. 18 DE AGOSTO, AÑO DE 1672” . (derecha).
Así mismo, el
santuario alberga el Museo de los Santos, en el que se expone buena parte del
patrimonio y enseres de la Hermandad.
Reformas posteriores
Parece lógico colegir
que con el transcurso de los años, el edificio fuera objeto de pertinentes y
necesarias obras de conservación y mantenimiento, ejecutadas tanto en los muros
del edificio como en el retablo y en las dependencias alojadas en su interior.
Gracias a testimonios documentales se ha podido conocer con precisión las
fechas en que se llevaron a cabo algunas de esas intervenciones.
Así, por ejemplo, el cinco
de agosto de 1698, a
petición del señor fiscal, el Concejo de la villa toma la decisión de colocar
“en los escudos que hay en blanco en el
Santuario de los Santos Patronos, sin la menor dilación, las reales armas de la
Mg. Católica , Universal Patrono en todos
los reinos y las de este Concejo”. Concretamente, la medida hacía referencia a colocar en las tarjetas instaladas en el remate del retablo los
escudos de armas del Rey (la Corona Real
orlada con el toisón y sus divisas reales) y el escudo de la villa de Arjona,
asunto del que se da cuenta de su materialización en el acuerdo adoptado en
posterior reunión del cabildo.
Casi ocho décadas
después, en 1777 , el Concejo destina los beneficios de “unos regoxijos públicos de toros” celebrados
con motivo de la
Fiestasantos de aquel año,
(después de pagar andamiada, operarios, chulos, toros, etc, quedó un
sobrante de 7.000 reales) a la erección de un “altar, presbiterio, enlosado, escalera y basa del púlpito, de jaspe
encarnado”. La disposición del cabildo, previsoramente, se reservaba el
derecho, en caso de que dicha partida resultara insuficiente, para “arbitrar el medio o medios que tuviese por
bien más conforme para que lo produzca”, bien con nuevos regocijos en años
posteriores o con aquellos medios que se considerasen oportunos. Varios meses
después, el 28 de diciembre, se adopta el acuerdo de colocar en dicho altar una
baranda de hierro por “maestro
inteligente que la fabrique, bien de esta villa como fuera de ella”.
El 25 de septiembre
del año siguiente se acomete la construcción del camarín con su pertinente lumbrera. Por
las cuentas de la obra, se sabe que fue dirigida por el maestro Rueda
ascendiendo sus gastos totales, que incluían los costos de tres rejas, la veleta y los
clavos utilizados a 945 reales más otros 66 por los cristales de la linterna.
La obra se dio por finalizada el 19 de septiembre de 1779.
Camarín
Pocos años después, en
1792, el Visitador del Obispado de Jaén, D. Juan Antonio Monasterio formula una
petición al Concejo de la villa para que demuela el atrio o capilla despoblada
que llaman de los forasteros, levantada en los años posteriores al
descubrimiento de las reliquias en uno de los extremos del Cementerio de los
Santos, justo en una zona del antemuro que, por su estado ruinoso era de fácil
acceso para todo el mundo y que con su construcción quedaba cercado,
habilitándose aquella con una entrada revestida con un tejadillo para resguardo
de los centinelas. Ahora se pretendía derribarla “no solo para quitar la fealdad que causa dicho sitio, sino también por
los escándalos y otros inconvenientes que se han originado en dicho atrio”. La
propuesta diocesana fue acogida favorablemente por el cabildo arjonero que
aprobó su demolición.
El camarín sería objeto de una importante restauración llevada a término en 1860, siendo alcalde de Arjona D. Rafael de Morales y
mayordomo de la Hermandad D.
Bartolomé Lópiz. Las obras emprendidas entonces en el trasaltar supusieron un montante de 11.775 reales y 8 maravedíes.
No tenemos referencias
de nuevas obras hasta 1912, en que siendo alcalde de la ciudad D. Francisco
Talero se emprende una importantísima intervención ante el lamentable estado de ruina que
presentaba la estructura del edificio, muy baqueteado por la actividad sísmica –de especial virulencia y destructividad fueron los acaecidos en
noviembre de 1755 y diciembre de 1884 que dejaron cuantiosos daños materiales en
las infraestructuras y edificios de la localidad- y los temporales en las
épocas de lluvias que, como es lógico, influirían en el deterioro del templo.
Vista oriental del Santuario en la actualidad
De todas las obras que se acometieron sólo conocemos la colocación de los
dos contrafuertes en la fachada oriental para reafirmar su estructura.
También se promovió para recaudar fondos una activa campaña emprendida en la prensa por D. Pedro Alejandro Ruano Prieto, que contribuyó a concienciar a todo el vecindario que se apresuró a colaborar a través de suscripciones populares a la reparación del edificio.
Imágenes de la época, muy probablemente próximas al citado año, nos permiten conocer la fisonomía de las fachadas sur y este del santuario y la mayor inclinación de las cubiertas de la iglesia y la casa del santero.
También se promovió para recaudar fondos una activa campaña emprendida en la prensa por D. Pedro Alejandro Ruano Prieto, que contribuyó a concienciar a todo el vecindario que se apresuró a colaborar a través de suscripciones populares a la reparación del edificio.
La
crónica de la época también recoge la labor del regidor de Arjona en aquel
entonces, D. Francisco Talero, que según se indica ‘no descansó un momento hasta ver
terminadas las obras’.
El día de su inauguración, el marmolejeño D. Julián Castilla, párroco de San Martín, en un momento de su intervención afirmaría que ‘si Roma es grande por poseer los
cuerpos de S. Pedro y S. Pablo, Arjona lo es por guardar los de S. Bonoso y S.
Maximiano".Imágenes de la época, muy probablemente próximas al citado año, nos permiten conocer la fisonomía de las fachadas sur y este del santuario y la mayor inclinación de las cubiertas de la iglesia y la casa del santero.
Y finalmente en 1928, con motivo de los fastos conmemorativos
del III Centenario, se realizaron nuevas obras costeadas por D. Pedro Alejandro
Ruano Prieto por valor de 6111.58 pesetas y seis años después, en 1934, el mismo señor acometería obras de ‘reparación y ornato’ en el Camarín y Sacristía
del Santuario, donando además diversos enseres y objetos de culto.
Campanario levantado en ladrillo
BIBLIOGRAFÍA:
ANALES
DE LA CIUDAD DE ARJONA. Autor: Santiago de Morales
Talero. Madrid, 1965.
ARJONA: HISTORIA, VIDA Y PAISAJE. Autor:
Manuel A. Cardeña Perales.
UN EPÍGONO DEL CLASICISMO EN LA BAJA ANDALUCÍA ,
JUAN DE ARANDA SALAZAR. Autor: Pedro Galera Andreu.
ANDALUCÍA, TURISMO DIGITAL. Primer
diario europeo de información turística.
PROGRAMA DE FIESTASANTOS 2008. “LÁPIDAS de PIEDRA en HONOR DE
LOS SANTOS MÁRTIRES DE ARJONA. LUIS CORDÓN CORTÉS, párroco de Ntra. Sra. de la Cabeza de
Huesa.
EL RETABLO EN JAÉN. (1580-1800). Autora: Mª Luz de Ulierte
Vázquez. Ayuntamiento de Jaén. 1986.
REVISTA DON LOPE DE SOSA, dirigida por D. Alfredo Cazabán,
Cronista de la Provincia de Jaén. Abril, 1913.
SANTUARIO DE LOS MÁRTIRES DE ARJONA. AUTOR: Basilio
Mártinez Ramos. Edita: ANTONIO RIVAS MORALES GRANADA 2000.
La foto del Camarín se ha tomado del libro ARJONA, CUNA DEL REY ALHAMAR.
Autor: Manuel Antonio Cardeña Perales. 1997.
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