Desde finales de junio del pasado año,
este recoleto espacio dedicado a la figura de Bernardo López, pasaba a
denominarse, a raíz de la intervención urbanística practicada entonces, Plaza
de la Cruz. De
traza cuadrada algo irregular, de reducidas dimensiones y aledaña a otros
rincones públicos abiertos, como los dedicados al Gral. Serrano, a S. Juan
Bautista y al sacerdote Álvarez Tendero, esta plaza debe su nueva denominación
al pedestal sobre graderío de 4 cuerpos y remate en cruz de piedra que ahora
luce en su zona central.
Gracias a las gestiones del consistorio
arjonero ante las Delegaciones de Cultura y Fomento, el pedestal sobre grada
fue retirado un mes antes del paraje
del término de Porcuna conocido por ‘curva de Mendoza’, en la carretera local A-6175
(Porcuna-Lopera), donde había sido colocado en 1939 junto al arcén de dicha vía
poco después de la finalización de la guerra civil.
Conjunto monumental compuesto de pedestal y cruz sobre un cuerpo de gradas
Al parecer, la pieza que por aquel
entonces se hallaba desprovista de su original cruz de hierro, había sido
sustraída del lugar donde se hallaba emplazada, las inmediaciones de la ermita
de San Diego, a la entrada de la localidad.
La historia de este conjunto monumental forma
parte ya del patrimonio histórico-artístico del casco antiguo de la ciudad. Su
erección se remonta a finales del siglo XVI, exactamente el año de 1595, cuando
la cofradía ‘Ángeles y Misericordia’ lo levanta, quizás a la entrada de la población,
junto a una encrucijada de caminos para orientación de viajeros y
caminantes.
Detalle del pedestal moldurado con la inscripción en parte delantera
Detalle de la cruz de piedra, adicionada al monumento coincidiendo con su instalación en este espacio urbano. En sus orígenes, sobre el pedestal descansaba una cruz de hierro, ya desaparecida a la altura de 1939
El pedestal conserva aún, 420 años
después, las inscripciones originarias labradas en sus cuatro caras laterales.
Según la disposición actual de la peana, en su cara frontal puede leerse ‘Por amor me puse aquí y del amor es la
llaga y solo con amor se paga’; detrás, ‘Esta obra es de la
Cofradía de Ángeles y Misericordia, 1595’ ; a la derecha ‘Este camino va a Porcuna’, y a la
izquierda ‘Este camino va a Lopera’.
El origen de estos conjuntos monumentales
provistos de gradas datan del siglo XIV, y sus antecedentes se pueden rastrear
en las cruces levantadas en los campos germanos. Fueron introducidas en España
a través del ciclo bretón y comenzaron a proliferar en centurias posteriores en
las entradas de las poblaciones, encrucijadas de caminos, atrios de las
iglesias, monasterios o ermitas, gracias a la labor de las órdenes mendicantes
y cofradías religiosas como en el caso que nos ocupa.
BIBLIOGRAFÍA:
www.arjona.es
ORIGEN,
VÍAS DE PENETRACIÓN Y EXPANSIÓN DE CRUCES Y CRUCEROS EN
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