Las
primeras prácticas educativas tienen lugar en los albores de la Edad Antigua en las culturas
egipcia, hebrea, india y china. Egipto es reconocido como cuna común de la
cultura y de la instrucción basadas en un programa de estudios que abarcaba la
lectura, escritura, cálculo, urbanidad, religión, natación y gimnasia.
Durante el I milenio a. C. se desarrollan
las diferentes paideias griegas, asimiladas por la civilización romana gracias,
sobre todo, a Cicerón, principal impulsor de la llamada ‘humanitas romana’.
La cultura y la educación sufrió un severo
retroceso en la Alta Edad
Media europea (siglos VIII-XI), situación que se vio agravada en la Península Ibérica
con la invasión musulmana. La educación en la España árabe fue en esencia formación
religiosa basada en el Corán, impartida en las mezquitas; mientras en los
reinos cristianos tuvo su lugar preeminente en los escriptorios y bibliotecas
de los monasterios donde concurrían jóvenes de toda edad y condición que
recibían de los monjes sus enseñanzas, dando continuidad de ese modo a la
tradición hispana.
La primera alusión histórica que hemos hallado
sobre la enseñanza en Arjona se remonta al año de 1592, en que se hace
referencia al nombramiento de un maestro de primeras letras, seguramente por el
Concejo municipal de la villa, para instruir a los niños a ‘leer, escribir y cuentas’, por cuya labor percibía una retribución
de seis ducados al año.
Las escuelas de primeras letras aparecen
por primera vez en el siglo XVI, eran sufragadas por los municipios y, por
tanto, tenían la potestad de contratar a los enseñantes. Se estima que en
aquella época los municipios cubrían un treinta por ciento de las necesidades educacionales
de ciudades, villas y lugares y allí donde no llegaba la acción municipal, la
labor educativa la ejercía la iglesia, que pagaba de las tercias diezmales a un
clérigo, sacristán o maestro para atender las demandas que quedaban al
descubierto.
Ya de época tan inmemorial existe
constancia que el maestro no sólo se dedicaba a la instrucción de sus
discípulos sino que sus saberes incluían otras aficiones, pues a la altura de
1601 el preceptor Manuel Acosta, en las fiestas del Corpus “sacó una danza y farsa” y en 1606 pide “se le pague alguna cosa en razón de haber fecho una comedia en loor de
Santísimo Sacramento”.
Podemos conjeturar, después
de lo antedicho, que la figura actual del docente que organiza actividades
culturales o extraescolares para la comunidad educativa de su ámbito, no es un
hecho relativamente reciente como comúnmente se pueda creer, sino que hunde sus
raíces, como se puede colegir de este caso, en tiempos tan remotos.
Dando un salto en el tiempo y gracias a los
datos aportados por el Catastro del
Marqués de la Ensenada
en 1752, podemos concluir que a mediados del siglo XVIII en Arjona había dos maestros de “primeras letras” y un preceptor de Gramática.
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BIBLIOGRAFÍA:
ANALES DE LA CIUDAD DE
ARJONA. Autor: Santiago de Morales Talero. Dep. legal. M. 4721-1965. Madrid.
ARJONA: ASPECTOS HISTÓRICOS Y TRADICIONALES. Autor: Antonio Rivas
Morales. GR. 621/2007. Granada.
DICCIONARIO GEOGRÁFICO-ESTADÍSTICO-HISTÓRICO DE ESPAÑA Y SUS POSESIONES
DE ULTRAMAR. Autor: Pascual Madoz. Madrid, 1846.
HISTORIA DE LA EDUCACIÓN EN
ESPAÑA (I). Las escuelas de primeras letras.
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