‘Romería
de la Virgen
de la Cabeza ’
de Alfonso Delgado Castilla, artículo de prensa que apareció en 1928, pone el
acento en los prolegómenos de la fiesta y
recrea el ambiente previo a
la subida al cerro, escenario del evento que describe con una brevísima alusión.
(…)
No hay en España romería que se iguale a pueda compararse a la de nuestra
Virgen de la Cabeza ,
ni en importancia, y grandiosidad, ni en la gracia y alegría, que es el sello
típico de las mujeres de ojos negros y chispeantes, de tez morena y… ¿para qué
decir más?, si hasta nuestra Virgen es morenita, para no desmentir la tierra en
que se apareció.
Esta fiesta de la Virgen
de la Cabeza
del último domingo de abril, anunciada dos domingos antes, salía la Cofradía con sus cetros y
banderas, acompañada de una de las bandas de música, y después de oír misa en la Capilla de la Virgen , iban por calles y
plazas, por mañana y tarde, haciendo lo que se llamaba la “publicación de
banderas” al son de la música, y parándose en algún altozano, donde los
banderistas hacían alarde de sus puños haciéndolas revolotear.
El jueves de romería volvían a salir para el “convite de hermanos”, y la
música y abanderados, parábanse un momento en la casa de cada uno de éstos, y
por la noche tocaba también la música en la ermita de la Virgen que la ponían
iluminada con unos cuantos farolillos, y la calle Ollerías veíase muy
concurrida esa noche, que servía de paseo a la gente joven.
El viernes, a las cuatro de la tarde, salían la Hermandad y Autoridades
de Andújar a la Puerta
de Madrid a recibir las cofradías de Linares, Bailén, Sabiote, y enseguida se
trasladaban al otro lado del Puente a recibir a todas las demás, que eran casi
unas treinta, de las que recordamos: Colomera, Martos, Jaén, Alcalá la Real , Arjonilla, Puertollano,
Lopera, Arjona, Torredonjimeno, Marmolejo, Higuera de Calatrava, Castillo de
Locubín, Mancha Real, Menjíbar, Villanueva de la Reina , Alcaudete, Santa Fe y
otras varias. La entrada de estas cofradías era verdaderamente pintoresca, y el
puente ofrecía una brillante perspectiva, con una doble fila de sillas a
derecha a izquierda, donde sentadas, centenares de mujeres hermosas lucían su
belleza, aglomerándose detrás del gentío, que invadía toda la anchura del
puente para presenciar el desfile y darles la bienvenida a los romeros. Todas
las cofradías traían sus banderas desplegadas y tambor, y muchas sus músicas,
los cofrades venían a caballo, incluso las mujeres que sentadas en sus sillas o
jamugas cabalgaban en mulos o borricos.
En la noche del viernes no se podía transitar por la calle Calancha,
donde se situaban una porción de tiendas de feria, con juguetes y mil
bagatelas, no faltando nunca la platería de los espejos de Córdoba, y los
velones y almireces, y muchos puestos de turrón, avellanas, cañaduz, y pitos de
barro. No se podía dar un paso con tanta aglomeración de forasteros, y había un ruido infernal de la
chiquillería, que con pitos y carracas atronaban el espacio.
Desde el amanecer del sábado, las notas musicales de la diana llamaban a
los romeros para ir organizando sus cofradías, y a eso de las nueve de la
mañana, emprendían la marcha con el mayor orden, entusiasmo y alegría para el
Cerro, desfile que era más vistoso y pintoresco que a la entrada.
En toda la calle Pontanilla, que era la carrera, se agolpaba la gente,
que de pie arrimados a las aceras, o sentados en dos o tres filas de sillas presenciaban el paso de las
cofradías. Era un cuadro éste lleno de vida, de lujo y esplendor. Los
centenares de caras bonitas, los vistosos arreos de las cabalgaduras, las
banderas de diversos colores, desplegadas y que rizaba el viento, el ruido de
los tambores y el estampido de los cohetes, llenaban el espíritu de fervor y
emoción, a la par que de envidia y tristeza, a los que presenciando este acto,
por circunstancias especiales no podían ir al Cerro.
Había la costumbre entonces, que
casi todos los cofrades traían algún arma de fuego para hacer salvas, y
eran escopetas, lo mismo antiguas que modernas, retacos, pistolas y pistolones,
y hasta trabucos, y durante el desfile hacían infinidad de salvas, sobre todo
al pasar por delante del Cuadro de la
Virgen , situado a la entrada de la calle Pontanilla. Muchos
cargaban la escopeta de un modo formidable, pues tenían a gala el ver qué
detonación era más fuerte.
Había otra costumbre chabacana y de mal gusto, que por fortuna ya
desapareció también, y era, el insultarse y el de darse bromas mutuamente,
sobre todo los cofrades forasteros con los de Andújar, siendo a veces muy
pesadas, y empleando frases mal sonantes, soeces y hasta groseras. Bien, pues
nadie se incomodaba, la consigna era no enfadarse por nada ni en el camino, ni
en el Cerro, donde se seguían dando toda clase de bromas, ya que muchos bebían
más de lo debido.
Al llegar a San Amancio, las cofradías hacían un descanso, mientras las
señoras se cambiaban algo del traje, y se emprendía el camino de la sierra,
hasta la subida de San Ginés, donde se almorzaba, y después otra etapa de
camino hasta el Lugar Nuevo, donde muchos se detenían para comer algo, y
observar la belleza exuberante de la sierra, y desde aquí se subía formando
largos rosarios y caminando por aquellas laderas y cañadas, trepando por las
alturas, buscando los atajos entre peñascos, lentiscos, adelfas, jaras y
tamujos, hasta el Cerro de la
Cabeza , en cuya cúspide se eleva el famoso Santuario…
A la llegada al Cerro, el toque de vísperas llamaba a los fieles, y
después se rezaba el Santo Rosario.
Al llegar la noche, se encendían multitud de hogueras por todas partes…
A la una de la madrugada empezaban las misas de las cofradías… hasta las
nueve de la mañana en que formaban en la escalera de entrada al Templo por
orden de antigüedad los hermanos mayores de las cofradías para besar el manto
de la Virgen …
Salía la Procesión. La
Virgen iba colocada en unas andas muy grandes, y lo menos cien hombres,
formando una cadena, la sostenían para subir por aquellas calzadas; encima iban
dos sacerdotes, que tocaban sin cesar a la Virgen centenares de estadales, rosarios,
estampas y medallas”.
HISTORIA DE ANDÚJAR. Volumen II.
Edita. Ayuntamiento de Andújar. Área de Cultura. 2009. CAPÍTULO: LA POPULAR TRADICIÓN
RELIGIOSA DE LA ROMERÍA DE
NUESTRA SEÑORA DE LA CABEZA. Autor :
Francisco Fuentes Chamocho.
Foto: Pertenece a Semana Santa de Arjona.
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