"Panegírico historial de Nuestra Señora de la Cabeza de Sierra Morena", (Madrid, 1667) , obra de D. Manuel Salcedo Olid, describe la portentosa manifestación festivo-religiosa de la romería más antigua de España en la sociedad barroca de mediados del siglo XVII.
El texto que presentamos son fragmentos de la crónica mariana de Salcedo Olid, adaptado en el siglo pasado al castellano actual por el historiador Carlos Torres Laguna para su perfecta comprensión.
“El último domingo de abril y dos días antes son los más regocijados y alegres que Andújar goza todo el año, porque en ellos se ve entrar la gente, subir al cerro, y volver de su romería.
…Los caballeros, en aquella ocasión se portan con especial despejo y aliento, ejercitando la cortesía y agasajos que se deben a los forasteros de su calidad, ostentando particular lucimiento a pie y a caballo; las señoras en carrozas, ventanas y miradores, y toda la demás gente en las puertas y calles, asisten a ver entrar las cofradías que vienen por la Torre Tocada el viernes por la tarde de todas las partes de Andalucía; porque los de Castilla, de Extremadura y de la Mancha pasan por la sierra; unos y otros con tanta prevención de galas y ostentación de carruajes…
El ver salir la gente el sábado por la mañana por la Pontanilla es una cosa admirable, por el extraordinario concurso y ostentativo lucimiento…
Los clarines, chirimías y trompetas que acompañan las cofradías con sus estandartes y banderas tendidas, les hacen parecer batallones de ligeros caballos, y los de a pie parecen escuadrones de un numerosísimo ejército. Apenas desocupan las calles unos cuando avanzan otros, tan prevenidos todos de lo costoso y aseado de los ricos vestidos…
Los caballeros diputados, entre bandas rojas, brocados y telas van publicando al mundo con su devoción, espíritu y caudales saben cuidar lo que les toca en el gobierno de fiesta tan lucida…
Los caballeros comisarios, veinticuatro de la ciudad, que con bandas verdes asisten al corregidor, acreditan mucho la fiesta y apoyan en días semejantes al decoro, lustre, autoridad y decencia…
El Cerro aquel día está vistosísimo por cualquier parte que lo miren, porque desde la falda hasta la cumbre lo va cercando muchedumbre de gente, haciendo círculos y rodeos por aquellas cuestas y con las divisas y colores de los vestidos, volantes, y tafetanes entretejidos con las hierbas, árboles y flores de abril…
… La gente camina en tropel y sin orden gozando el más humilde pobrecito tal vez al lado del más lucido caballero. Entre los peregrinos más contrictos se mezclan valentones muy entonados, platicando conformes y cariñosos, como si fuera de un mismo ejercicio… Los innumerables penitentes que, descubiertos el rostro, llevan túnicas nazarenas y cruces en los hombros, aunque van entre todos, no hablan palabra…
De esta suerte van subiendo por entre estepas, encinas, romeros y lentiscos, con toda la agilidad y presteza, que se pierden de vista hasta llegar a los alcornoques desde donde se divisa aquella santa casa…
EL SÁBADO EN EL CERRO
Cuántas cosas suceden el sábado en el Santuario de Nuestra Señora de la Cabeza , son admirables, porque además de los extraordinarios divertimentos que ha traído la gente de todos los estados por el camino, cuando llegan de repente a ver la grandeza de la plaza en aquel destierro, tan poblado de mercaderes, plateros y tratantes, de músicas, juguetes y bailes, de clarines, gastos y trompetas, tantas galas y bizarrías de todo género de hombres y mujeres…
A la falda del monte, en algunos vallecillos y llanadas, están puestas a trechos no muy distantes las tiendas de campaña de las cofradías, en sitios desconocidos…
A las puertas de las tiendas, que guardan soldados con alabardas, están hincados los pendones y banderas…
En siendo mediodía hacen señal las sonoras campanas, infundiendo particular gozo en los corazones, porque tocan a vísperas.
Luego comienzan a subir las cofradías, y es cosa de mucho divertimiento ver a los cofrades vestidos de blanco.
…Trae cada una su bandera de colores muy alegres…
Cada cual lleva dos estandartes en cuyas bordaduras hay costosas emulaciones y competencias…
Todas las cofradías procuran traer algo particular con que alegrar la fiesta, además los ministriles, clarines y gaitas, sinfonías, danzas, sonajas, flautas, cornetas, dulzainas, tamboriles…
Dícense vísperas en la Asunción con muchos músicos forasteros y naturales… Acabadas las vísperas, salen las cofradías para volverse a sus tiendas Y así fue la cosa vistosa verlos antes subir, lo es mucho más verlos bajar y volverse a sus puestos, porque salen sin perder el orden y en unas peñas algo llanas que están junto al humilladero, cerca de la iglesia, en competencia unas de otras juegan sus banderas por buen espacio, y llegando a la plaza toma cada una su vereda y se va a su tienda.
No es de menos admiración ver a la noche, desde la puerta de la iglesia desde cualquier peña, las innumerables lumbres que se van esparciendo por aquellos montes…
En medio de estos festines suben a visitar a la Virgen tantos, que nunca se ve desocupada la iglesia…
El día siguiente, que viene a ser todos los años el último domingo de abril, se dispone que antes de amanecer se comiencen las misas en el altar mayor, y todas las cofradías van entrando una a una entre las dos rejas, para que su capellán diga la que toca…
A la última, que la dice el rector del Santuario, asiste la cofradía de Andújar…
Después se desocupa la iglesia, y tendiendo los velos del altar sobre la primera reja, abre el rector la del tabernáculo y baja la sagrada imagen de su trono y la pone con toda veneración en las andas de plata, que están cerradas de una rejita delgada… Entonces suben dos capellanes revestidos con casullas en las andas, los cuales cuidan de acomodar los ciegos, cojos y lisiados, que van en ellas hincados de rodillas y resisten con bordones a los que pretenden llegarse, porque si nos los defendieran con esta prevención se ahogaran los niños que están asidos a las andas.
De esta manera saca la cofradía de Andújar a Nuestra Señora de la Cabeza hasta la puerta de la iglesia…
Allí son las voces, allí las exclamaciones, unos pidiendo mercedes y otros dándole agradecimientos…
En esta ocasión es menester todo el valor del priostre y diputados, toda la autoridad del corregidor y comisarios de la ciudad para poner en orden la gente con los alguaciles y alabarderos…
Luego van entrando las demás cofradías por su orden, con cristiana emulación, y tanto aprecio en llevar en sus hombros aquel dulce peso suave… Allí el cansancio no se rinde, los enojosos no encolerizan, ni los enfados provocan, todo es ansia por acercarse a la Virgen.
Nunca, ni en ninguna parte del mundo se ve más repetido y aclamado el nombre de María Nuestra Señora que en aquella procesión…
Y habiendo andado la estación con increíble y muy gustosa fatiga; vuelve la cofradía de Andújar a recibir las andas de Nuestra Señora a las puertas del templo, hasta poner la soberana imagen sobre las rejas que están junto al altar mayor, desde donde el rector del Santuario la vuelve a colocar en el trono de su tabernáculo corridos los velos.
A las dos de la tarde apenas aparece gente, porque se vuelven en tan apresurada diligencia…
Todos procuran entrar en Andújar aquella tarde, porque saben les están aguardando innumerable gente en la Pontanilla por donde vienen las cofradías unas tras las otras continuamente con mucha ostentación y gran concierto, alegres, contentas y regocijadas, llenos los romeros de medallas, medidas y estadales… que han comprado en la feria deseosos de repetir muchos años tan devota romería…”.
BIBLIOGRAFÍA:
ESTUDIOS DE LA HISTORIA DE ANDÚJAR. 1984. Edita: Excmo. Ayuntamiento de Andújar. CAPÍTULO: LAS FIESTAS BARROCAS EN ANDÚJAR. Autor: Enrique Gómez Martínez.
Foto de portada: cuadro anónimo del s. XVII. Córcoles de la Vega. Imagen de la Morenita: wikipedia
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