Publicamos la segunda entrega de una serie de seis sobre la vida y obra del ilustre pintor arjonero Manuel Ramírez Ibáñez con motivo del próximo 90º aniversario de su muerte. En esta ocasión nos hacemos eco de las opiniones de la crítica sobre su obra en general y de algunos de sus cuadros más valiosos en particular.
Sobre su obra en general
“Ramírez
pertenece en su escuela pictórica a ese género serio en que el artista a la par
de revelar talento, muestra observación y hace de su obra una real enseñanza.
En sus cuadros de historia consigue el sello de distinción que caracteriza
todas sus obras. Y el arte que es arte cuando la realidad triunfa, tiene destellos
de genialidad al copiar la naturaleza y la vida en sus asuntos. Pocos pintores
habrán tan concienzudos para estudiar el natural y pocos también que consigan,
sin desvirtuar el carácter de los modelos, idealizar tanto sus creaciones.
Dibujante notabilísimo jamás coloca en sus cuadros una sola figura trazada de
memoria. Colorista acertado y justo, tampoco da una pincelada que no produzca
un efecto imaginario: su conciencia artística es severísima.
(Cecilio Barberán)
“En esta línea luminista próxima a la goyesca
se encuentra el jiennense Manuel Ramirez Ibáñez, quien a pesar de su formación
madrileña, concluida en Roma, mantiene, en muchos de sus cuadros, una
inconfundible huella de orígenes andaluces”.
(Luis
Quesada)
"La obra de Ramírez Ibañez se adscribe a la línea luminista próxima a Sorolla, a pesar de su formación madrileña completada en Roma, en muchos de sus cuadros se percibe la huella de sus orígenes andaluces. Técnicamente, aunque utiliza pinceladas anchas y yuxtapuestas se acerca más al costumbrismo que al impresionismo. La temática de Ramírez Ibáñez discurre por asuntos rurales, paisajes y temas históricos, como la obra que le representa en el Museo de Bellas Artes de Badajoz".
"La obra de Ramírez Ibañez se adscribe a la línea luminista próxima a Sorolla, a pesar de su formación madrileña completada en Roma, en muchos de sus cuadros se percibe la huella de sus orígenes andaluces. Técnicamente, aunque utiliza pinceladas anchas y yuxtapuestas se acerca más al costumbrismo que al impresionismo. La temática de Ramírez Ibáñez discurre por asuntos rurales, paisajes y temas históricos, como la obra que le representa en el Museo de Bellas Artes de Badajoz".
(Román Hernández Nieves)
Sobre su obra en particular
“La obra
donada, de temática rural, pertenece al género paisajístico y, según la
crítica, es el lienzo en el que el artista más concesiones hizo al
impresionismo: contrapunto luminoso, intensidad cromática, pincelada amplia y
suelta y preponderancia de la luz y el color sobre las formas.
La
composición en diagonal atrae la atención hacia el ángulo inferior izquierdo
del lienzo en que aparecen, cobijadas bajo la sombra refleja de una construcción de
madera, dos grupos de personas
abstraídas en sus cotidianidades: en primer plano una joven sentada en
el suelo y apoyada sobre un tronco de madera con un pequeño en su regazo, ajeno
a la escena de aparente conversación con una anciana; en un segundo plano,
desdibujadas, otras dos figuras.
En contraposición, la parte de la derecha, más bucólica y luminosa,
muestra una vivienda campestre y su entorno trabajados con gran violencia
cromática”.
Obra donada por el autor al Ayuntamiento de Arjona
CUADRO
DE LA SAGRADA FAMILIA
El cuadro “nos
avisa de un pintor de suma exquisitez cromática y ejemplar dibujante, cuya
decisión y briosa pincelada son parejas a la justeza de las formas que integran
la obra.”
(Miguel
Viribay )
La Sagrada Familia, 1888 (113,5 x 87,5) Fondos de la Diputación Provincial de Jaén
CUADRO MUERTE DE PIZARRO
“El autor
de la obra Muerte de Pizarro, conquistador del Perú, realiza una representación
en diagonal, que divide el cuadro en dos grupos: el de los agresores y el de
los agredidos. En este último grupo aparece en primer plano, en el suelo y a la
izquierda, la figura del anciano Pizarro en escorzo, vestido de negro, sin
armadura, destacando el color blanco de las golas y los rojizos de las calzas y
de la Cruz de la Orden de Santiago que lleva
sobre su pecho. Agonizante, parece realizar un último esfuerzo, para poder
dibujar con su propia sangre el signo de la cruz. Su espada ha quedado
aprisionada bajo su cuerpo, el peso de éste hace que la alfombra aparezca
curvada a la izquierda.
Tras la figura de Pizarro está la de uno de
sus sirvientes, también en el suelo, medio desdibujado a causa de la oscuridad
de la sala. A la derecha vestido con armadura y casco vemos con la espada
desenvainada a un hombre que parece dispuesto a rematar a Pizarro, uno de los
agresores capitaneados por Juan de Rada. En el ángulo inferior derecho se
encuentra la cabeza del hermano de Pizarro, Martínez de Alcántara, asesinado
momentos antes. Los arrogantes personajes de la derecha del cuadro perfilando
las cabezas del último grupo de asesinos muy bien dibujados. El segundo foco de
luz, lo centra la figura de Pizarro –emana de su persona-, y se refleja en la
figura del soldado con armadura y postura desafiante. El colorido tenebrista
responde a una gama de colores fríos. El cuadro demuestra además un buen
dominio técnico, manifestado en gran parte en el gran cuidado que se aprecia en
el tratamiento de las telas y en los metales de las armaduras, así como en los
gestos.
Según Carlos Reyero, se puede apreciar gran
influencia del cuadro “El asesinato del Duque de Guisa” de Paul Delarroche,
algo que ya fue puesto de manifiesto en la Exposición de Bellas
Artes de Madrid de 1876 y después en la Exposición Universal
de 1878, donde fue ganadora de una medalla de tercera.
La obra fue adquirida por el Estado en la Exposición Nacional
de Bellas Artes de 1878, por un valor de 1750 reales, luego por Real Orden de 5
de mayo de 1879 fue depositado en el Museo Nacional de Pintura. En 1901 fue
confiado al Senado, hasta que el 20 de febrero de 1941 fuera depositado
definitivamente en el Museo del Ejército de Madrid por el entonces Secretario
del Museo Nacional de Arte Moderno”.
Muerte de Pizarro, 1878 (151 x 201) Museo de Ejército
CUADRO
“NOCHE TRISTE”
“El héroe, al que España le debió no menos
que un imperio, aparece sentado en una peña en actitud que denota profundo
abatimiento: tras él está la india que le amó de quien fue amado y que supo
servirle con fidelidad admirable; no lejos de ellos se ven varios capitanes y
hacia la parte de la derecha desfilan los restos de las tropas, entonces allí
por primera vez vencidas y que luego tomaron tan gloriosas venganzas.
El
ambiente que envuelve la escena no tiene la lobreguez y negrura propias de la
noche, sino que está todo envuelto en una atmósfera azulada que tiene mucho de fantástica”. La composición se distribuye en dos grupos:
el de Cortés, la india ricamente ataviada detrás de él y un capitán de espalda
que sujeta el caballo del conquistador sobre un fondo boscoso más oscuro; en el
grupo de la derecha, más alejado desfilan las derrotadas tropas sobre un fondo
más luminoso, constituido por un celaje más propio del alba que de la noche.
Destaca la correcta ejecución del paisaje, más aún los brillos de las
armaduras, especialmente la de Cortés, pero, sobre todo, la impresión de
abatimiento, cansancio y derrota del conquistador y su fiel tropa”.
CUADRO LAS TENTACIONES DE SAN ANTONIO, copia de la
obra homónima de Coecke Van Aelste.
“Pieza
sutílisima donde
las haya. Misteriosa en la enormidad del silencioso espacio que rodea a las dos
figuras del cuadro: escasamente insinuada la del santo por el contraluz producido sobre ella y la tamizada luz que
atraviesa el imaginario muro concebido a manera de casi celeste espacio rocoso,
en cuyo primer plano queda insinuada la tentación mediante un cuerpo de mujer
muy de estirpe simbolista y, claro es, de cierta respiración porosa adscrita al
concepto de cueva que cobra relevancia en pintores románticos como Pérez Villamil.
Sin embargo, la más cabal raíz que
alienta esta pieza de Ramírez Ibáñez está en el cuadro del mismo nombre pintado
por Pieter Coecke Van Aelste conservada en el Museo del Prado. Obra procedente
de un ojo especialmente educado y misterioso, hecha para insinuar más que para definir y, en tal caso, tela de evocación misteriosa, cuya plasticidad
denota la gran maestría adquirida por su autor cuando este sólo lleva vividos
poco más de veinte años y se encuentra en un
proceso que busca su definición, cuya primera y ya muy alta madurez,
podemos encontrar en sus excelentes obras de Historia; del otro, en las telas
afín a cierta poética romana de la época y ciertas resonancias fortunyanas,
convocadas sobre este lienzo a modo de contrapunto luminoso respecto del
quehacer del pintor catalán. Sin embargo, aunque con otra pulsión y otra
impronta de pincel, Ramírez Ibáñez indagaría también en esas luces de porte y
mirada impresionista, en telas como la conservada en el salón de actos del
Ayuntamiento de Arjona, ciudad en la que como ya ha sido escrito, nació este
soberbio artista; entre los giennenses, el único que en puridad debería figurar
entre los Pensionados a Roma”.
(Miguel Viribay)
CUADRO TENTACIONES DE SAN ANTONIO o “Fausto y Margarita”
"La atención de nuestro artista estuvo centrada, hasta bien pasados los cuarenta años, en los temas de Historia y en los de aspecto religioso que también fueron cultivados por Ramírez Ibáñez como podemos comprobar en la obra encargada y ejecutada por el maestro para San Francisco el Grande de Madrid en 1884. Junto a esta temática que proporcionaba prestigio y clientes, Ibáñez cultivó otro mundo de marcada influencia onírica que encontró una clientela abierta por toda Europa que, en el caso de Ramírez Ibáñez, se puede analizar en el cuadro “Fausto y Margarita” propiedad dela Diputación de Jaén y
pintado en 1877.
"La atención de nuestro artista estuvo centrada, hasta bien pasados los cuarenta años, en los temas de Historia y en los de aspecto religioso que también fueron cultivados por Ramírez Ibáñez como podemos comprobar en la obra encargada y ejecutada por el maestro para San Francisco el Grande de Madrid en 1884. Junto a esta temática que proporcionaba prestigio y clientes, Ibáñez cultivó otro mundo de marcada influencia onírica que encontró una clientela abierta por toda Europa que, en el caso de Ramírez Ibáñez, se puede analizar en el cuadro “Fausto y Margarita” propiedad de
En esta
obra, el artista nos muestra con preciosismo un mundo de sueños donde los
contrastes producen las luces y las sombras que aquí se advierten señaladas por
la profundidad de un cielo oscuro, de ejecución casi esmaltada. Obra de
contacto con algunas pinturas de su tiempo, -como el caso de las realizadas por
Mélida, por ejemplo- en la que Ramírez deja constancia de su alto grado de
preparación capaz de producir sobre la tela registros plásticos de excepcional
altura, dentro de una manera de hacer próxima a la miniatura. Analizar cualquiera de las cabezas que hay
sobre la tela nos permite utilizar la lupa para poder comprobar que dentro de
ese concepto minucioso existe una manera de hacer suelta donde las pinceladas
quedan separadas las unas de las otras lo que evidentemente singulariza la
obra, así como también, ciertos sones de fantasmagorías surrealistas que
aparecen equidistantes entre la realidad y el sueño para soportar el argumento
desde el que nace el cuadro, y, que, además del soporte literario que pueden
aportar como complemento del tema, del argumento, tienen sin duda la
experiencia plástica de una tradición que, arrancando de Bosco, nuestro artista
pudo analizar minuciosamente en los cuadros de aquel conservados en el Museo
del Prado, principalmente en “El jardín de las Delicias”.
(Miguel Viribay)
CUADRO LAS PASTORCILLAS
"En esta
obra Manuel Ramírez conjuga el género del paisaje con el de la pintura de
costumbres, dos temáticas en alza a finales del s. XIX tanto por su carácter
decorativo como por la revalorización de los géneros anteriormente considerados
menores que se vivió en esta centuria. Vemos un bosque de gran naturalismo,
trabajado con una acertada pincelada cambiante capaz de reflejar la textura
blanca y fresca del musgo, la miríada de colores formada por la alfombra de
hojas del suelo, la precisa calidad del tronco de los árboles. Perfectamente
inmersas en el paisaje vemos a dos pastorcillas cargando hatillos de leña,
acompañadas por un pequeño rebaño de ovejas trabajadas con una especial
maestría".
CUADRO PEDIR LIMOSNA PARA ENTERRAR EL CUERPO DE D. ALVARO
DE LUNA
"D. Álvaro de Luna
fue condestable del rey Juan II de Castilla. Ejerció un
poder
indiscutido frente a la nobleza y los infantes de Aragón, de lo que se
derivaron varios enfrentamientos y dos destierros para el condestable.
Finalmente el propio rey ordenó su ajusticiamiento en Valladolid en 1453. Su cuerpo
decapitado fue enterrado gracias a las limosnas del pueblo, que es el momento
escogido por el pintor.
En cuanto
al estilo, destaca el preciosismo de la factura, propio de la pintura de
historia, y el gusto por el color luminoso que aprendió de su maestro José
Villegas, en Roma, donde gozó de una pensión sufragada por la Diputación Provincial
de Jaén. Esta obra consiguió 2ª Medalla en la Exposición Nacional
de Bellas Artes".
(Museos de Andalucía. Museo de Jaén)
Pedir limosna para enterrar el cuerpo de D. Álvaro de Luna. (365 x 300) Museo de Jaén
BIBLIOGRAFÍA:
-CUADROS DE HISTORIA EN EL MUSEO DEL EJÉRCITO.
Autoras :
Matilde Arias Estévez y Beatriz Tovar Ramírez.
-CUADROS DE HISTORIA EN EL MUSEO DEL EJÉRCITO.
-PINTURA DE HISTORIA EN EL MUSEO DE BELLAS
ARTES DE BADAJOZ. Autor: Román Hernández Nieves. Doctor de
Historia del Arte y Director del Museo de Bellas Artes de Badajoz.
Historia del Arte y Director del Museo de Bellas Artes de Badajoz.
-ARJONA: GALERÍA DE PERSONAJES. Antonio Rivas Morales . Granada, 2013.
VISITA
EN MADRID A MANUEL RAMÍREZ, por CECILIO
BARBERÁN.
BARBERÁN.
OPINIONES DE CRÍTICOS SOBRE RAMÍREZ, por LUIS
QUESADA Y MIGUEL VIRIBAY.
QUESADA Y MIGUEL VIRIBAY.
-Mecenazgo de la Diputación en torno al arte. Miguel Viribay.
-Casa de subastas SETDART.
La imagen de portada pertenece al libro
"CONOCER ARJONA".
Ayto. de Arjona, 1999. Impresiones Alhamar.
Ayto. de Arjona, 1999. Impresiones Alhamar.
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