El jueves 17 de diciembre de 1903, un
aeroplano construido con motor de gasolina por los Hnos. Wrigth se elevaría
inestablemente en los aires de Kitty Hawk, -este de los EE.UU.- voló apenas 40 metros y después se
posó en el suelo sin ningún contratiempo.
Fue
el primer vuelo tripulado con éxito que hacía, por fin, realidad el sueño que
durante siglos había acariciado el hombre de volar como los pájaros.
Este hito histórico daría lugar a una
acelerada carrera en el campo de la aviación mundial cuyos avances técnicos se
suceden a partir de ese momento de manera tan vertiginosa que las primeras
aeronaves –de estructura de madera con algunas piezas revestidas de tela-
quedan desfasadas por otros modelos que incorporan nuevos elementos técnicos
perfeccionados que dotan a aquellos rudimentarios artefactos de mayor autonomía
de vuelo y seguridad en los desplazamientos.
Sólo así cabe explicarse que en apenas 6
años el francés Louis Blériot cruzara el 25 de julio de 1909 los 41 kms. que
separan Francia de Inglaterra sobre el Canal de la Mancha y, unos días
después, se celebrara por primera vez en un ambiente de verdadero entusiamo ‘La Gran
Semana de la
Aviación ’ (del 22 al 29 de agosto) la primera exhibición
aérea, inaugurada en la ciudad de Reims a la que asistió el mismísimo Presidente de la República Francesa.
Dos meses después, el 22 de octubre, Élise Deroche se convertía en la primera
mujer en pilotar un aeroplano en las afueras de París.
Las hazañas de aquellos pioneros de la
navegación aérea suscitaron un enorme entusiasmo en la sociedad de entonces y
la aviación llegó a ser la sensación de la época a pesar de los numerosos
contratiempos, percances y accidentes –en la mayoría de los casos con
desenlaces fatales- que hubieron de arrostrar aquellos intrépidos pilotos que después
de cada hazaña, de cada gesta que agrandaba a la anterior, eran recibidos en
actos oficiales por las primeras autoridades y aclamados por las muchedumbres
como auténticos héroes, fascinadas por las evoluciones de los aeroplanos.
Su difusión por los medios de comunicación
contribuyeron a expandir de forma extraordinaria por todos los rincones del mundo el
conocimiento del nuevo invento, generalizándose el deseo de vivir de cerca la
experiencia de volar a través de la organización de ‘fiestas de la aviación’
que atraían el interés de todas las capas sociales que acudían a los campos
aéreos creados en las afueras de las poblaciones no sólo para albergar
espectáculos ocasionales de exhibición aérea sino que servían de aeródromos
permanentes para el despegue y aterrizaje de estos artefactos voladores.
La ciudad de Andújar se sumó a estas
iniciativas y a finales de la segunda
década del pasado siglo disponía de su propio campo aéreo que, según recogió la
prensa de la época, celebró, coincidiendo con la feria de septiembre, una
exhibición aérea en 1920 que concitó el interés de sus habitantes y los de la
propia comarca que se acercaron hasta la ciudad iliturgitana con los medios de
locomoción de entonces e incluso andando para presenciar las evoluciones de
aquellas aeronaves.
A
media mañana del día 10 de septiembre tuvo lugar efectivamente esta exhibición
que, desgraciadamente, se tiñó con la tragedia cuando en uno de los vuelos
pilotados por el mecánico Camilo Roche, una unidad de la Escuela de la Aviación Civil de Madrid que
llevaba como pasajeros a D. Pedro Prieto Ureña, juez municipal de Arjona y a D.
Andrés Talero y Talero se incendió en el aire y se precipitó al suelo,
falleciendo los dos arjoneros y resultando herido de gravedad el piloto del
aparato.
Varios diarios de la época se hicieron
eco del luctuoso suceso que recogieron en estos términos:
D. Pedro Prieto Ureña, juez municipal de Arjona
Diario La Voz (11-9-1920)
Diario La Correspondencia de España (11-9-1920)
Pese a la lógica conmoción social que
suponía tragedias de esta naturaleza, las fiestas de la aviación siguieron
celebrándose en los años sucesivos mientras no cesaban de introducirse adelantos
técnicos que mejoraban la seguridad de aquellas primeras aeronaves.
El 13
de diciembre de 1922, tal día como hoy, la ciudad iliturgitana inauguraba su
estación aérea, organizándose para tan señalada ocasión una exhibición aérea en la que
tomó parte un militar arjonero, el teniente Ruano. El desarrollo de la misma
transcurrió con absoluta normalidad, pero, de regreso a la base de Madrid, el
biplano pilotado por el citado teniente, acompañado del capitán Sanz Prieto,
comenzó a fallarle el motor a la altura de la Carolina y no pudo tomar
tierra en su campo aéreo conocido como “las Ocho Casas”.
Al
parecer, el piloto arjonero intentó maniobras de aterrizaje en el paraje del
Ochavo pero las irregularidades del terreno provocaron que el aparato terminase
dando una vuelta de campana. El grave contratiempo sin embargo solo provocó
heridas a los dos militares que fueron felicitados por las numerosas personas
que acudieron al lugar del siniestro y posteriormente recibieron atención
sanitaria en el Ayuntamiento carolinense.
Hoy se
cumplen 92 años justamente de esta efemérides.
Al día
siguiente, el diario madrileño “El Sol” informaba del suceso en estos precisos
términos:
Información que facilitaba el Diario Sol (14-12-1922) sobre el grave contratiempo que sufría el militar arjonero, teniente Ruano, cuando regresaba a Madrid, después de participar como piloto en una exhibición aérea celebrada en Andújar
BIBLIOGRAFÍA:
-Diario Sol, edición del día 14 de diciembre de
1922.
-Diario La
Voz , edición del 11-9-1920.
-Diario La Correspondencia de
España, edición del 11-9-1920.
-Diario La Unión Ilustrada , edición del
23-9.1920.
La imagen de portada recoge el estado en que quedó el aeroplano que participó en la exhibición aérea celebrada el 10 de septiembre de 1920 en Andújar, en el que fallecieron los dos arjoneros citados en la información.
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