Las estaciones se suceden y una nueva primavera se anuncia en las ramas cubiertas de nuevos brotes, pétalos rosados y nuevas hojas,….
Y el marzo primerizo, echa a andar desplegando sus esencias, auroras resplandecientes de claras mañanas que reclaman apremiantes su nacimiento adelantado, rojos atardeceres precursores de noches serenas; es la victoria de la luz sobre las sombras, brilla la estrella con más intensidad, ríe la vida, comienza la fiesta y la eclosión de la naturaleza vívida, elocuente, pletórica y verde, da el primer aviso a los alérgicos.
La vida cofrade despereza con inusitada actividad, se multiplican las reuniones con los colectivos que hacen posible las representaciones más genuinas de la religiosidad popular, actos que exaltan las celebraciones que están por venir, presentaciones y pregones que preparan la senda para que las estaciones penitenciales escenifiquen la liturgia de la pasión, muerte y resurrección de Cristo.
El pregón de este año, proemio de la escenografía ‘semanasantera’ dictado por Bonoso Sierra, fue una declaración personal de hondo sentimiento y devoción cierta y arraigada, como hombre de fe afirmado en sus creencias, exento de lirismo altisonante y apegado al principio que subraya la fe como el mejor manifiesto y lo real y auténtico como el mejor texto.
Los aplausos del público lo arroparon y la música cofrade que andaba de estreno, rubricó el acto con los acordes del actual himno de Jaén.
El cosechón de aceite, deja, en cambio, sabor agridulce. Nunca como este año se ha producido tanto ‘oro líquido’ -670.000 toneladas- pero otro gallo canta a la hora de venderlo. Al paso que llevan los precios en almazara, un litro de aceite vale menos que un tubo de cerveza en cualquier terraza al aire libre. Algo falla. Expertos en la producción y desunidos e ignaros en la comercialización.
El último domingo hablaron las urnas y, contra todo pronóstico, los electores echaron un jarro de agua fría al partido favorito según todos los sondeos. Derrota dulce y amarga victoria fue el dictamen de la mayoría. Y es que los desencantados de la izquierda que gobierna ya tres décadas por estos pagos han decidido entregar la llave al partido bisagra en liza. Como gestionen el nuevo escenario, queda por ver, pero descaminados van si creen que tienen un cheque en blanco.
¿Y la juventud, cómo celebra la juventud la llegada de otra primavera? Pues no tiene mejor manera de hacerlo que organizando macrobotellones. En mochilas, bolsas de plástico y hasta carritos de la compra, cargados de licores y otros brebajes se dirigen una inmensa minoría hasta un descampado para sumergirse raudos en la liturgia de su particular bacanal, desmedida y extravagante, cuyo único propósito es enganchar una monumental cogorza en un ambiente cada vez más sobrecargado de desmesuras, vomiteras, orines y altercados, al que se pone fin dejando un sembrado de inmundicias para no dejar lugar a dudas del alcance de su proeza y dando de paso trabajo a destajo a los servicios de seguridad, de limpieza y sanitarios.
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