domingo, 29 de enero de 2012

Unas líneas a vuelapluma en torno al mes de enero


    En las mañanas frías de enero, el aire se recibe, en las primeras claridades, impoluto y fresquísimo. Con rubor se posa la joven luz sobre las superficies más expuestas de los edificios y las altas copas de los árboles, el brillo helado de la escarcha comparte estancias con las humedad de las umbrías y el silencio profundo de los espacios comunes se enseñorea, sin pulso vital aún, porque la vida todavía se refugia entre la calidez de los ámbitos más íntimos.
    Antes de que el calendario voltee la primera semana del mes, concluyen las primeras fiestas del año entre confetis, caramelos y regalos, penúltimo acto antes de la recogida de abetos y belenes que han presidido rincones escogidos  de hogar. Pronto la actividad recobra su pulso con el retorno de los empleados a sus ocupaciones y de niños y jóvenes a sus centros educativos.
    Alcanzado el mes su cenit, la meteorología nos embauca con la sutileza de un calabobos, que solo sirve para acallar durante cuarenta y ocho horas los motorcillos que proliferan por los campos de olivos agilizando las faenas de recolección y que con el paso de la jornadas, una vez retornado el tiempo seco y soleado, van acallando sus berridos en la misma medida que los tajos echan el cierre en esta inusual campaña acompasada por un ritmo tan rápido y ágil como ininterrumpido.
    La actividad municipal se focaliza en los últimos tiempos en políticas que incentivan el apoyo a la creación de empleo, (que sube en picado en las estadísticas gracias a la agricultura del olivo pese a su patente estado de ruina), la extensión de programas sociales y la mejora de las infraestructuras, puntal éste que ha favorecido el arreglo del camino vecinal ‘Cuesta del Monte’, la pavimentación de las vías urbanas Duque de la Torre, Damián Parras y Castillo y el acondicionamiento de los accesos interurbano Arjona-Lahiguera y próximamente Arjona-Lopera, obras que erradican obstáculos y facilitan el tránsito humano y de cosas, que vertebran la comunicación entre los pueblos y las personas.
     Que Arjona ofrezca mejorados accesos solo puede tener ventajosas oportunidades para acrecentar, por ejemplo, las posibilidades turísticas que esta ciudad, (son incontables los alicientes que atesora y que es preciso divulgar por todos los medios), es capaz de ofertar a los viajeros de fin de semana, cada vez más numerosos e interesados en propuestas de ocio que compaginan la cultura monumental y artística con la gastronomía.
    La otra gran tarea, la reconstrucción de San Juan, sigue viva con una programación apegada al calendario de festividades (Lumbre de San Antón, Cena de San Valentín) que engorda, sin prisa pero sin pausa, una cuenta que ha de financiar en gran medida el coste de la rehabilitación de este emblemático templo arjonero.
    Pero antes que el benjamín de los meses  dé sus primeros pasos con el anuncio a bombo y platillo de las carnestolendas y sus aires de fiestas, bullicio y algarabía, (Arjona ya ha puesto un pie en el Gran Teatro Falla gaditano de la mano de la comparsa Alcahuetes, escuela de amantes), enero tiene también acontecimientos pretéritos guardados en el galeón de su historia. Si quieres conocerlos, pincha sobre este enlace.
 Foto de portada: tomada de viajeroandaluz.

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