El primitivo Ayuntamiento
de Arjona se hallaba en la plaza del Mercado, anejo a la iglesia de San Martín,
en la confluencia de esta inmemorial plaza con la calle que llevaba hasta Santa
María.
El inmueble, (según la descripción recogida muchos
años después en el Catastro del Marqués de la Ensenada, en 1752), disponía
de cuarto bajo y principal, y sus reducidas dimensiones, -5 varas de fachada y
15 de fondo- excedía ligeramente entre ambas plantas los 100 metros cuadrados.
Durante muchísimos años las reuniones del
Cabildo se celebraron en el templo de S. Martín, sus regidores eran avisados
por la campana de su torre y su atrio se convertía en el escenario privilegiado
donde tenía lugar todos los años el día
24 de junio, festividad de San Juan, ‘los
Juramentos de los Alcaldes y Oficiales del Concejo’, elegidos por suertes
el día de S. Bernabé (11 de junio) entre los ‘caballeros contiosos.’
Su construcción debió comenzar en algún
momento del año 1494 o en la primera mitad del año siguiente, poco después de
iniciado el periodo de relativa calma y estabilidad que supuso, recién
comenzado el año de 1492, la desaparición del último bastión musulmán en la Península Ibérica.
En este contexto de pacificación de las
tierras del sur, tras décadas de razzias y algaradas continuadas de una y otra
parte, se entiende la decisión de los
Reyes Católicos de enviar en 1493 visitadores de la Orden de Calatrava a las
poblaciones del reino de Jaén para levantar actas de los estragos de la guerra.
Cuando llegan a Arjona, frai Juan de
Almagro y frai Diego de Aguayo, toman el acuerdo, una vez inspeccionada la
villa, del reparo de ‘las murallas que en
partes estaban aportilladas y algunas de sus torres’ para restituirlas a su
antigua fortaleza, así como otras obras públicas, muy costosas ‘para el tiempo en que estaban y para la
poca vecindad que tenía Arjona’, unas 3600 almas.
En efecto, la situación de penuria económica por la
que atravesaba en esos precisos momentos la villa de Arjona, consecuencia de
los continuados gastos destinados al ejercicio de la guerra y la esterilidad de
las cosechas de ese año, empujan al
Concejo de Arjona a acudir a los Reyes, que en ese momento se hallaban en Barcelona, para demandar medios con que hacer frente a
tales requerimientos. Tras la audiencia a los emisarios, los monarcas suavizan
aquellas iniciales demandas, concediendo la reparación solo de aquellas torres
y lienzo de murallas que, en estado de grave ruina, pudieren ocasionar daño,
pagándose los costes según ‘el fuero e la
costumbre antigua que acerca dello se solía e acostumbraba guardar en el tiempo
de los Maestres pasados’, y dejando para mejor ocasión aquellos
desperfectos ‘que non toviere aquel peligro.’
Sin embargo, cuando a comienzos de octubre
de 1495 regresan los mismos visitadores reales advierten que las obras de
reparación de torres y muros estaban comenzadas y por el acta que levantan el mismo
día 10 muestran su satisfacción por el arreglo de caminos y calzadas ya
emprendido, así como el inicio de la casa del Cabildo ‘la qual vos encargamos lo más presto que pudiéredes levéis adelante que
se acabe, faziendo limpiar e emparejar lo que está donde se derribó la otra
Casa del Cabildo’. Se infiere de ello
que el edificio consistorial que se levantaba era de nueva planta y venía a
sustituir al anterior, -del cual no se especifica su lugar de emplazamiento-
que había sido derruido y cuyo solar quedaba aún por ‘limpiar e emparejar’.
Casi un siglo después de su edificación, la Casa del Cabildo, sería
objeto de una amplia remodelación en 1592, dirigida por el maestro de cantería
Francisco Fernández Regil, quien unos años antes levantara el cuerpo de
campanas de la torre de San Martín, y realizara obras en dos de las capillas de
este templo y en la sacristía de la iglesia de Santa María.
Fernández de Regil ennobleció con una
hermosa portada la fachada de este edificio con piedra traída del Villar de
Santiago, lugar de Arjona. El montante de la obra ascendió a 167.740
maravedíes, de los que 12.791 correspondieron a la portada.
La duración de la misma, en torno al año y
medio, obligó a los regidores a alquilar una casa, la de doña Ana Talero, a
quien pagaron 12 ducados por trasladar provisionalmente las dependencias
administrativas hasta la finalización de las obras.
En
1626, según refiere Jimena Jurado, se volvieron a acometer obras en el
consistorio, aunque no da a conocer los detalles sobre las mismas.
El Cabildo desarrollaría sus funciones
durante varios siglos en el edificio de la Plaza del Mercado, convirtiéndose, con el devenir
de los tiempos y las nuevas exigencias que el municipalismo decimonónico demandaba,
en un edificio vetusto y obsoleto que urgía a finales de la primera mitad del
s. XIX algún tipo de solución a tan precaria situación, bien el remozamiento de
sus dependencias, bien la construcción de un nuevo consistorio.
Al final se abre camino esta última idea y
en 1849 el Gobernador Civil de Jaén, el ilustrado D. Manuel Rafael de Vargas,
inicia los trámites para la construcción del nuevo ayuntamiento.
La decisión gubernativa, empero, no surte efecto de manera inmediata. Fue en
1861, cuando el consistorio arjonero, presidido entonces por Diego Manuel de
Alférez, proclive al proyecto, propone el Hospital de San Miguel como el lugar
más idóneo para su ubicación, determinándose
los recursos de los que se podían disponer a tal fin: los bienes procedentes de
la venta de la casa del Cabildo de la plaza del Mercado, del edificio de la Cárcel, de las casas ‘de los Alguaciles’ y los fondos del
Hospital de San Miguel, 30.000 reales.
El fuerte temporal desatado al año
siguiente, 1862, provoca el derrumbamiento de gran parte de la casa del Cabildo
y precipita los acontecimientos: se trasladan entonces las dependencias
municipales al citado Hospital, cuyas inadecuadas infraestructuras permiten
solo un limitado y precario funcionamiento, situación que determina la llegada
a Arjona del arquitecto provincial, Vicente Serrano Salaverry, quien considera
improcedente, de un lado, la restauración de las arruinadas casas
consistoriales, por su mal estado y reducidas dimensiones, y, de otro, valora
inadecuadas las condiciones materiales de las instalaciones hospitalarias,
tanto para el ejercicio de las funciones asistenciales que hasta entonces venía
prestando como para albergar los servicios municipales.
Asesorado seguramente por el alcalde, se opta
por el traslado del Hospital a la
Casa del Rey, propiedad de la familia Pérez de Herrasti, con
quien se entabla negociaciones y se llega enseguida a un acuerdo. Solventado el trámite, se procede a la demolición del hospital y sobre su solar se inician las obras del actual ayuntamiento, siguiendo las pautas constructivas del romanticismo clásico. En 1866 finalizan las obras del nuevo consistorio.
BIBLIOGRAFÍA:
HISTORIA O ANALES DEL MUNICIPIO ALBENSE URGAVONENSE O VILLA DE ARJONA. Autor: Martín Ximena Jurado. Edición y estudio preliminar de Rafael Frías Marín. Arjona, 1996.
LA PARROQUIA DE SAN MARTÍN DE ARJONA. Autor: Basilio Martínez Ramos. Boletín de l Instituto de Estudios Giennenses. Nº 34. Año 1962.
ANALES DE LA CIUDAD DE ARJONA. Autor: Santiago de Morales Talero. Madrid,1965.
ARJONA: CATASTRO DEL MARQUÉS DE LA ENSENADA. AÑO 1752. Autor: Antonio Rivas Morales. Granada, 2007.
FOTO: Portada de la Casa del Cabildo, tomada del citado libro de Antonio Rivas Morales.