Próximamente
se va a cumplir el 90º aniversario del fallecimiento del ilustre pintor Manuel
Ramírez Ibáñez, nacido a mediados del siglo XIX en el seno de una humilde y honrada familia de la ciudad de Arjona.
Con tal motivo Blog de Arjona dedicará varias aportaciones sobre la vida y obra del pintor arjonero más reconocido y coincidiendo con la fecha del 90º aniversario de su muerte, publicaremos un
amplio trabajo, acompañado de abundante material gráfico, elaborado a partir de
nuevos documentos inéditos que adicionaremos a los ya editados con anterioridad.
Iniciamos la primera entrega con la publicación de varios escritos firmados en distintas épocas por acreditados arjoneros sobre
la trayectoria vital y artística de este excepcional pintor.
MISIVA DE ESEME A LA REVISTA DON LOPE DE SOSA (1)
Mucho placer y contentamiento he recibido –querido Don Lope- con la
carta de vuesa merced, porque con ella se manifiesta que no estoy tan en olvido
como pudiera pensarse, y como muestras curiosidad por conocer alguna noticia
desta; bien poco he de decirte, fuera de la sorpresa que todos hemos tenido al
ver a un chiquillo natural y vecino desta, llamado Manuel Ramírez, alcanzar a
los catorce años una medalla de plata, iten más, ganar una plaza de pensionado
con un cuadro titulado Abel y Caín.
Y como espero que estas noticias os darán placemiento, te referiré
brevemente cual y cómo fue el primer cuadro que este pequeño pintor boceta el
que a tan alto honor había de llevarle.
No sé si a esa ciudad ha llegado la fama de un tal Frey don José de
Morales y Prieto y de su hermano don Fernando, caballero cruzado el primero y
vicario de la villa de Martos, y ambos hombres de grandes talentos, buena
voluntad y muchos maravedises; a estos señores se acercó Manuel Ramírez, que
como os digo, es un chicuelo de poca edad, y delante de ellos pintó varios
asuntos que causaron la admiración de los dos próceres y que les decidieron a
proteger al pintor.
Mercáronle brochas, pinturas y lienzos, y
el vicario le dio casa y comida en su misma morada. Todos los días, como el
clérigo tenía que decir misa, ocurría que le acompañaba Ramírez, y unas veces
devoto asistía al Santo Sacrificio, y otras sus hábitos de muchacho, le hacían
refugiarse en la sacristía, para jugar con los monacillos, que a bien eran
traviesos y truhanes. Un día ocurrió, que dos destos tuvieron una pelea por
cuestiones nimias, y haciendo de la sacristía de Santa María de Martos, campo
de Montiel, se enredaron a moquetes y a puñadas mientras rodaban por el suelo,
misales, candelabros y cirios, en tanto que otro monacillo más filósofo,
aprovechaba la lucha, para beberse de un solo trago el vino que quedaba en las
vinagreras. Ramírez, que era artista, recogió la escena y a las pocas horas,
con un lienzo debano del brazo , empezó a pintar, rogando a los monacillos que
ocupasen los sitios y actitudes que antes tuvieron y tanta verdad y tanta
justeza puso en el trabajo, que el cuadro sorprendió a todos y animado por este
éxito, decidió mandarlo a Madrid, donde a la sazón se celebraba una exposición
nacional de Artes.
Y gran noticia ha sido, al saber que el cuadro se lo premiaron con
medalla de plata; y se refiere que Madrazo no quiso creer que el autor fuese
aquel imberbe muchacho que más tarde le presentaran; y dicen que Ramírez, que confesó no haber
tenido maestros ni que nada había estudiado ni visto, a no ser el eterno
paisaje de olivares y campiña que se descubre desde Arjona.
A poco, los pinceles de nuestro pintor tomaron por su cuenta y riesgo
dos desnudos, de unos zagalones del pueblo, y trazó el cuadro de Abel y Caín,
que le valió una plaza de pensionado para Roma.
En este intermedio, hizo también otros muchos cuadros que he visto en la
casa palacio de Frey don José de Morales, pues este señor le compró todas las
obras que hizo, estando en su casa.
Esta es la noticia que por esta ciudad se comenta, y con esperanzas
fundadas creo que este muchacho será un prodigio, y quiera el tiempo, Dios
mediante, darnos la razón.
Y así finaliza esta epístola, este criado de vuesa merced.
Enero de 1916
ESEME
(1) Aunque esta carta con
referencias a Manuel Ramírez apareció en enero de 1916 en la Revista don Lope de Sosa
firmada por ESEME, pseudónimo de D. Santiago Morales Talero, cuando aquel ya era un artista consagrado, la
misiva debió escribirla muchísimo antes, justo cuando el joven arjonero
iniciaba sus primeros pasos en el mundo de la pintura y saltaba la noticia de
la concesión de una plaza de pensionado en Roma, como parece lógico deducirse
de su lectura.
ESCRITO
DE CECILIO BARBERÁN DESPUÉS DE ENTREVISTARSE
CON MANUEL RAMIREZ EN LA ACADEMIA DE
BELLAS ARTES DE MADRID EN JUNIO DE 1921
Manuel
Ramírez, nacido en el año 1857 (2) en Arjona, hijo de esta ilustre ciudad, y cual
hicieron sus más preclaros con sus espadas, él lo hizo con el tiempo y el
pincel, alcanzando también en el arte los laureles de la gloria.
La vida de Ramírez, pintor, es la vida del artista que nace con la
intuición de ello. Hijo de modesta, pero honrada, familia, muy niño se reveló
con altas dotes para la pintura, y a la edad de catorce años, estando en
Arjona, alcanzó una Medalla de Plata en una exposición en Madrid por un
cuadrito que, sin maestro alguno de pintura, efectuó. Obra que tanta sorpresa
causó al gran maestro Madrazo que se le hizo increíble que aquel niño fuese su
pintor.
A partir de eso, Ramírez vino a Madrid
a hacerse hombre en su Arte. Estudió en la Escuela Superior de Pintura y
Escultura con tanto aprovechamiento que en 1879 fue pensionado de número, por
oposición en la Academia Española
de Roma.
Su primer triunfo lo obtuvo en la Exposición Nacional
de 1878 con el cuadro “Muerte de Pizarro” que se admira en nuestro lindo Museo
Provincial (Jaén) y sucesivamente renovó y acrecentó estos laureles en varios
otros certámenes, entre los que recordamos los de Madrid 1884 y 1892, la Exposición Universal
de Chicago de 1895, 1897, 1910 y 1913, siendo propuesto para
condecoraciones en las dos primeras, en la tercera obtuvo Diploma de Primera
Medalla en Arte Decorativo y en la cuarta Primera Medalla por su genial cuadro
“Antes de clase”.
La obra de Ramírez es bastante extensa. En los museos de Madrid,
Sevilla, Jaén, Barcelona, Chicago, San Sebastián, Santa Cruz de Tenerife, a más
de en otras colecciones particulares, se admiran algunas de sus grandes obras maestras.
Y si a la pública admiración estuviese toda la labor que posee en
depósito el maestro, acaso lo más notable de toda ella, yo creo que entonces
estaría divulgada su fama en el mundo popular, lo mismo que es conocido en las
altas esferas del Arte, y reconocida su autoridad y prestigio en la sagrada
misión de los jurados.
Pero al maestro lo que menos le preocupaba en su vida de artista era el
utilitarismo del arte. Y ya sabemos lo que sin esto da el Arte en España. Sus
obras son sus hijos espirituales de su alma y cual los de su sangre, moran a su
amor en el espléndido hogar donde al
lado de su querida familia vive en paz, con la aureola de la gloria
feliz y tranquila. Así se explica que posea, en depósito, entre otros, el
magnífico cuadro “Antes de clase” premiado también con Primera Medalla en la Nacional de 1913, obra
que por obligación debió adquirir el Estado. Otro artista ya hubiera estado
harto de aguardar en antesalas oficiales defendiendo su derecho.
Esta nota del carácter del pintor va
íntimamente ligada a la verdad de su sinceridad artística. Ramírez pertenece en
su escuela pictórica a ese género serio en que el artista a la par de revelar
talento, muestra observación y hace de su obra una real enseñanza. En sus
cuadros de historia consigue el sello de distinción que caracteriza todas sus
obras. Y el arte que es arte cuando la realidad triunfa, tiene destellos de
genialidad al copiar la naturaleza y la vida en sus asuntos. Pocos pintores
habrán tan concienzudos para estudiar el natural y pocos también que consigan,
sin desvirtuar el carácter de los modelos, idealizar tanto sus creaciones. Dibujante notabilísimo, jamás coloca en sus cuadros una sola figura trazada de
memoria. Colorista acertado y justo, tampoco da una pincelada que no produzca
un efecto imaginario: su conciencia artística es severísima.
Así es que sus obras reflejan siempre la realidad de la vida; pero una
realidad grata y hermosa.
A grandes rasgos ya hemos presentado al insigne arjonés, gloria también
del Santo Reino.
Para terminar diremos que el arte le dio triunfos, honores, oro
troquelado en laureles; su autoridad es una garantía, y su prestigio le llevó a
la Presidencia
del Jurado en la última Exposición de Bellas Artes, pero que ante ele elevado
concepto que tiene, consiente su perjuicio antes que claudicar con la
mediatización.
Pero he aquí que lo que el arte, en
material fortuna no le premió, la vida vino a
dárselo al casar con una virtuosa
dama con la que formó un hogar dichoso. Tres
hijos tiene el maestro que le
honran. Ángel, notable pintor y culto editor. Leocadio,
brillante oficial de
Estado Mayor y María, bella y gentil muchacha, la obra más
hermosa y que con más amor
atesora el maestro.
Al despedirme, una tarde en Bellas Artes, de Manuel Ramírez, éste con
manifiesta emoción, me recomienda un saludo para todos los arjoneros que se
acuerdan de su nombre.
Y para Arjona traigo un saludo tan fraternal. Tan sincero, que se lo
ofrezco a sus personas doctas y a sus autoridades, Cultura y Representación de
todos.
Madrid, junio de 1921
(2) En su partida de bautismo aparece el año de 1856.
MANUEL
RAMÍREZ POR SANTIAGO MORALES
Manuel
Ramírez Ibáñez, nacido en Arjona en el 1857 (3). Sus primeros pasos como pintor
los dio gracias a don José y a don Fernando de Morales Prieto, los cuales le
compraron lienzos y colores, le dieron casa y ayudaron, comprándole sus
primeras obras. Fueron éstas, entre otras, unos cuadros de la sacristía de
Santa María de la Villa
de Martos, iglesia misma, retrato de don José Morales y algunas copias de
Murillo.
Fue después discípulo de Federico Madrazo
y de la Escuela
de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid. En 1878 obtuvo medalla de tercera
clase en la Exposición Nacional,
por su cuadro “Muerte de Francisco Pizarro”. En 1879 fue pensionado por
oposición por el Estado en la
Academia de España en Roma. En 1884 obtuvo segunda medalla
por su cuadro “Don Álvaro de Luna”, en 1892, otra segunda medalla en la Exposición
Internacional de Madrid por el cuadro “Lección de piano”; en
1893, primera medalla en la Exposición
Universal de Chicago, por un “Retrato de niña”, que fue
adquirido para su Museo, y en 1910, primera medalla en la Exposición Nacional
de Bellas Artes. Fue varias veces jurado de Exposiciones Nacionales, y en 1920
Presidente de la Sección
de Pintura.
En 1884 se le encomendó la ejecución de
un cuadro lateral en la capilla del centro izquierdo en la Iglesia de San Francisco
el Grande de Madrid. Además de los cuadros nombrados, se citan de este artista
entre otros, los siguientes:
" Otumba”
(1887)
“Noche
triste” (1890)
“Muerte
de Tabaré” (1892
“La
merienda del señor cura”
“Un
rincón de Galicia”
“De
la ría de Marín” (1899)
“La
lección del perro” (1900)
“Un
amigo”
“Calle
de Montemayor” (1906)
“Retrato
de la señorita F. R.” (1908)
“Antes
de clase” (1910)
“Un
jardín” (1912)
“Un
paisaje de Asturias” (1915)
(3) Según la partida de bautismo, nació el lunes 19
de mayo de 1856.
BIBLIOGRAFÍA:
-Revista don Lope de Sosa, dirigida por el Cronista de la Provincia, D. Alfredo Cazabán. Enero de 1916.
- ARJONA: GALERÍA DE PERSONAJES. Antonio Rivas Morales. Granada, 2013.
-La imagen de portada pertenece al libro "Conocer Arjona". Editor: Ayuntamiento de Arjona. Año de 1999.