Amarillean y enrojecen las hojas formando tupidos y suaves alfombrados, cuando inicia octubre su singladura con los ecos del último ‘rifirrafe político a cuenta de los dineros’, del salario que se ha puesto el alcalde por su dedicación exclusiva.
Aireado el asunto por el rotativo provincial, mostrados los dimes y diretes, al final se impone la cordura y el sentido común. La oposición principal, satisfecha con su ejercicio responsable de fiscalizar y controlar y el alcalde que prontamente encauza y reconduce el tema con una solución de compromiso reflexionada en compañía de sus allegados.
Vuelven los días encalmados y bonancibles, de atardeceres que se acortan al mismo ritmo que los paseos, la vida se hace más pausada y se recoge en busca del calor del hogar.
Envueltos en las cotidianidades andamos, cuando la información mediática pone uno de los focos en un tema cercano: el consumo de aceite de oliva desciende. Los andaluces consumimos 12,66 litros de aceite al año ‘per cápita’. Pero lo grave no es el ominoso dato, lo desconcertante es que nada menos que 11 comunidades autónomas, consumen de media en este particular ranking, más lípido oleícola que los propios andaluces, productores del 85% del aceite español.
Tan ufanos y orgullosos estamos con nuestra grasa vegetal, virtuosa eficaz de no pocos desarreglos y ahora resulta que más de media España la consume con más alegría que los propios que la producen. Con los precios de tan preciado líquido tirados por los suelos, a ver si va a resultar que el ‘oro líquido’, ‘el néctar de los dioses’ son meras lindezas literarias en Andalucía. Sólo queda la duda de que en estas estadísticas no se hayan incluido las partidas de venta directa que hacen entre sus socios las almazaras, que harían subir con holgura el ridículo listón del consumo anunciado.
Desde Bruselas llegan nubarrones arrastrados por el ventarrón de la nueva PAC que presagian tormenta: para colmo de males se anuncian menos ayudas, o lo que es lo mismo, menos capital circulante por los vasos y arterias de este pueblo olivarero, que dé vida y revitalice el pulso del cuerpo económico de esta ciudad.
Por ahora se trata sólo de una propuesta, pero ha conseguido unir en un frente común a todas las administraciones, a todos los partidos políticos y a todas las organizaciones del sector ante tamaño despropósito, ante el descomunal tijeretazo del comisario rumano.
Menos mal que los recortes en educación y sanidad en Andalucía no han seguido por el mismo derrotero que por otras latitudes, si bien se dan situaciones llamativas y puntuales por aquí y por otros pagos del solar andaluz, que terminarán por escucharse más pronto que tarde los clamores. Si no, tiempo al tiempo.
En el capítulo de nombres propios, dos paisanos de homónimo apellido acaparan la atención. El profesor Domínguez Cubero, -articulista, escritor y consejero del IEG-, ingresó en la Academia de Bellas Artes de Granada; en Jaén, Francisco Sierra Cubero no continuará al frente de la Agrupación de Cofradías de la ciudad de Jaén, al perder por tres votos frente al aspirante, después de dos reñidos procesos electorales y cuatro votaciones. Dos ejemplos de arjoneros que son referencia de la cultura y de la vida cofrade en instituciones capitalinas.
A la ciudadanía se le comunica en letra impresa los logros de los primeros cien días de gobierno local: cincuenta medidas ‘para devolver la ilusión’ en cien días justos. No está mal, desde luego. Queda por ver si esta apreciable ejecutoria mantiene el listón en ese nivel con el paso del calendario.
Se suceden los días y el verano, obstinado en perpetuarse, penetra en los ámbitos del rezaguero otoño que se baña en la luz y la calidez de un sol, ahora sí, clemente y grato. Hasta el penúltimo domingo del mes que, por fin, empuña su cetro y, entronizado, recoge el testigo con la meteorología como mejor aliada.
La gastronomía, un lío de alimentos mezclados con exquisitez y tino, en dosis sabias y tiempos ajustados, y la cultura, flamenco de la tierra y comedia teatral que se reestrena, después de su exitosa puesta de largo en la última Fiestasantos, recuperan un espacio en la antesala del paraninfo de la cultura arjonera: noviembre.
Pero antes de que entre en nuestras vidas, recordamos otros acontecimientos sucedidos en el espacio temporal de su precedido.
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Foto: Ángela Piñero