El impacto causado en España fue tan impresionante que llevó al mismísimo
monarca Fernando IV a ordenar la preparación de un informe sobre los efectos
del seísmo. Se elaboró entonces un cuestionario de ocho preguntas que se
remitió a los pueblos y ciudades más importantes del país para que contestasen
con prontitud y tener, de ese modo, una idea lo más real posible de su
incidencia.
Las respuestas dadas en Arjona al cuestionario solicitado por Madrid
indicaban que el seísmo tuvo lugar el 1 de noviembre hacia las 10 menos cuarto de la
mañana. En ese momento estaba la iglesia de Santa María llena de gente, al
encontrarse el Obispo de Jaén administrando el sacramento de la confirmación.
Las referencias sobre la descripción de los daños en la localidad
manifestaron textualmente: “…temblaron
las paredes de los edificios abriéndose y desuniéndose por varias partes
perdieron y recuperaron muchas veces sus asientos…, las aguas de los pozos se
elevaron mui notablemente causando maior admiración por la profundidad dellas…,
la duración fue de nueve a diez minutos… . Padeció entera ruina la torre del
castillo nominada del Homenaje; en sus dos terceras partes de la puerta de
Andúxar; una de las dos que fortalecían y guardaban en lo antiguo la puerta
baja de Córdoba en la mitad desde lo alto a lo ínfimo y amenazando ruina la
otra mitad. Muy maltratada la torre del alcázar que llaman del Conejo cuya
demolición instan los maestros para evitar desgracias. Las tres Yglesias
parroquiales tienen mucho daño y maior la de Santa María…, se arruinaron y
pusieron inhabitables treinta casas pequeñas y un molino de azeite…
considerando prezisos tres mil ducados
para reparos de las que se distinguen en lo maltratado. No hubo muerte
de persona alguna aunque estuvieron dos mujeres a ella mui cercanas, una del golpe de
material caído en la iglesia de Santa María y la otra por el mal tratamiento
que se le siguió de haberse caído al tiempo de salir de ella, pasando por zima
tanta gente. No hubo contratiempo en los ganados, pereciendo sólo dos jumentos.”
El Obispo de quien se habla más arriba
no era otro que fray Benito Marín, que justamente ese mismo año habría
rubricado a instancias del Concejo Municipal de Arjona el nombramiento de la
Virgen de los Dolores como co-patrona de la ciudad.
Cuadro de fray Benito Marín
Tres años después, en 1758, con motivo de su visita ad limina al papa Benedicto XIV, relataba sus impresiones
personales de aquel fatídico día en los siguientes términos: “No quiero pasar por alto el terremoto, que
referiré aquí, que tanto afligió a mi ánimo, y que aún me entristece cuando lo
recuerdo, pues en el año 1755 se señaló tristemente el día primero de
noviembre, cuando pareció que Dios nos rechazaba y repelía airado, y, sin
embargo, se apiadó de nosotros. Conmovió la tierra y la disturbó con terribles y
fuertes movimientos… Yo me encontraba, Santo Padre, en la iglesia de Santa
María, que está en la villa de Arjona. Y en aquella misma hora administraba el
sacramento de la confirmación, como si se cumpliesen las mismas palabras de la
epístola de aquel día: No dañéis la tierra y el mar hasta que nos marquemos a
los siervos de nuestro Dios en la frente. Estaba predicando, como de costumbre,
explicando los ritos de este sacramento. Y he aquí, que de repente, cuando
había confirmado a diez o doce personas, se oye un ruido tremendo, y sentimos
como cruje el edificio de la iglesia, y la campana suena triste y sola en la
torre, se mueve la capilla mayor, se agita el numeroso grupo del pueblo, se
asustan las madres mientras los niños rompen a llorar.
El Señor me salvó de tanta tribulación,
quizá de manera milagrosa, pues llegaron dos hombres corriendo de la iglesia,
me levantaron de la sede en que me había sentado para confirmar. Enseguida me
quitaron las vestiduras sacras que tenía puestas, cuando al instante, con
ímpetu cayeron dela bóveda piedras justo sobre la sede vacía que yo ocupaba
hasta hacía poco… Podría contar más de las misericordias del Señor, pero sólo
diré una, y es que, junto a mí, en el atardecer de aquel día, y a la mañana
siguientes, todos los jóvenes y muchachas, los ancianos, los niños, alabaron a
Dios, dándole gracias con rogativas públicas: Cantaré eternamente las
misericordias del Señor. Pues Él fue nuestro refugio y nos socorrió en nuestras
tribulaciones”.
Fuentes:
-La imagen de portada pertenece al archivo del Blog.
-La imagen de portada pertenece al archivo del Blog.
-Archivo del Blog.
-Anales de la ciudad de Arjona. Santiago de Morales Talero. Madrid,
1965.
-LA DIÓCESIS DE JAÉN A MITAD DEL SIGLO XVIII. D. Francisco Juan Martínez
Rojas.
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