Hoy 6 de enero se cumplen noventa años de la muerte del ilustre pintor arjonero Manuel Ramírez Ibáñez. Con tal motivo, Blog de Arjona ha recopilado toda la documentación hasta ahora publicada y la ofrece a sus lectores como particular recuerdo y homenaje al artista plástico más sobresaliente de todos los tiempos que ha dado esta ciudad y sin duda uno de los autores más brillantes de la provincia de Jaén durante el último tercio del siglo XIX y primer cuarto del XX.
De la amplia nómina de arjoneros ilustres rescatamos de la memoria artística de esta ciudad a uno de sus preclaros hijos, Manuel Ramírez Ibáñez, que mantuvo viva la llama
luminosa “del arte de altos vuelos” a lo largo de su dilatada trayectoria
profesional, que discurrió entre el último tercio del s. XIX y el primer cuarto
del XX.
Fue paradigma del pintor de mecenazgo
surgido al socaire de una época en que el estado de nuevo cuño que estaba
emergiendo entonces y los grupos sociales de talante liberal que lo auspiciaban
vinieron a sustituir en esa labor de protección a los artistas a aquellas
instituciones que la venían desempeñando desde la antigüedad: la iglesia, la monarquía
y la aristocracia.
Y de no haber sido así, seguramente el joven artista arjonero hubiera sido uno más de los artistas malogrados, si consideramos que
casi siempre la provincia de Jaén ha permanecido al margen de los grandes
núcleos de influencia cultural y política que disponían de los resortes
necesarios para amparar a los genios carentes de medios propios.
Nacido el 19 de mayo de 1856 en el seno de
una familia humilde, (su padre, José Ramírez era natural de Arjona y su madre,
Trifona Ibáñez, del Lugar de Mires, Obispado de Pamplona, habían contraído
matrimonio en Zaragoza), bien pronto muestra sus prodigiosas dotes innatas para
la expresión plástica.
Fue D. Santiago de Morales, quien bajo el
pseudónimo de ESEME, referiría en enero de 1916 cómo fueron los primeros pasos
del prometedor artista: siendo muy joven Manuel se acercó a don José de Morales
Prieto, 'el Cura Morales', entonces Vicario de la villa de Martos y a su hermano don Fernando, “ambos hombres de grandes talentos, buena
voluntad y muchos maravedises” y delante de ellos “pintó varios asuntos que causaron la admiración de los dos próceres” que
les llevó a la determinación de protegerle.
Sus inicios en Martos
Así fue como el jovencísimo artista partió
hacia Martos donde fue acogido en la residencia del prelado, que le facilitó además
de la vivienda y la manutención, los recursos necesarios para que ahondara en los
fundamentos de sus inquietudes plásticas, adquiriendo incluso sus primeros
óleos: un retrato de su benefactor, algunas copias de Murillo y varias escenografías de
la sacristía de la iglesia parroquial de la ciudad marteña.
Todos los días acompañaba al cura a la
iglesia “y unas veces devoto asistía al
Santo Sacrificio, y otras sus hábitos de muchacho, le hacían refugiarse en la
sacristía, para jugar con los monacillos.” Una disputa entre dos de ellos
cierto día, acabó a moquetes mientras rodaban por el suelo, misales,
candelabros y cirios, aprovechándose un tercero de ello para beberse el vino
que quedaba en las vinagreras. “Ramírez,
que era artista, -según D. Santiago- recogió
la escena y a las pocas horas, con un lienzo debajo el brazo, empezó a pintar,
rogando a los monacillos que ocupasen sus sitios y actitudes que antes tuvieron
y tanta verdad y tanta justeza puso en el trabajo, que el cuadro sorprendió a
todos y animado por este éxito, decidió mandarlo a Madrid, donde a la sazón se
celebraba una exposición nacional de Arte”.
El cuadro, a la postre, resultó galardonado
con la medalla de plata, causando admiración al mismo Federico Madrazo, que
llegaría a ser su maestro. Corría el año de 1870 y el prometedor artista
contaba tan solo con catorce años de edad.
Conocida la noticia en Jaén, la Diputación Provincial
le concede una beca para ampliar sus conocimientos en la Escuela Superior
de Pintura, Escultura y Grabado, luego Escuela de Bellas Artes de San Fernando de
Madrid, y hacia allí marcha donde, al parecer, gozó de la admiración de sus
profesores y de la amistad y reconocimiento de sus compañeros.
Sus etapas en las Academias de Madrid y de Roma
Grande debió ser su aprovechamiento en
aquella academia cuando en 1878 fue reconocido en la Exposición Nacional de Arte
con la medalla de tercera clase por su cuadro de corte historicista “Muerte de
Francisco Pizarro”, obra que quedó en
depósito de la Diputación de Jaén,
propiedad de los fondos del Estado, exhibida en el Museo Provincial de Jaén
durante un cierto tiempo y en la actualidad forma parte de la colección
patrimonial del Museo del Ejército.
“Muerte de Pizarro”, (151 X 201) obra que se puede contemplar en la
actualidad en el Museo del Ejército
Ese mismo año se daría a conocer fuera de
nuestro país al formar parte de la escogida pléyade de pintores que participaron
en la Exposición Universal
de París.
Un año antes, en 1877, cuando el artista
contaba con 21 años de edad pintó “Fausto y Margarita”, (en algunas fuentes
aparece bajo la denominación de “Las tentaciones de S. Antonio”), propiedad de
la Diputación Provincial de Jaén y del que referiremos sucintamente más
adelante la valoración que la crítica hace de esta obra.
Tras unas largas oposiciones en las que hubo
de competir con los propios profesores, algunos, los más reputados pintores
españoles de entonces, y superar una exigente prueba de selección, -realización
de una obra de “pensado”, un boceto previo de un tema propuesto por el jurado,
de gran complicación, generalmente tomado de la historia, la literatura o la
mitología-, logra ser pensionado de
número en la Academia
de España en Roma en 1879, formando parte así de la segunda promoción de
pintores de Historia que arribaron a la capital italiana para profundizar en
sus conocimientos de pintura.
Desarrolló su trabajo durante cinco
provechosos años en el ambiente de
creatividad plástica que imponía la
Academia donde predominaban los pintores de historia sobre el
resto de los becados: músicos, arquitectos, escultores y grabadores. A lo largo de su
estancia debió remitir a España varios trabajos artísticos, fruto de su
quehacer en aquellas tierras, que se calificaban y exponían en la Academia madrileña.
Consistían éstos en un dibujo al natural y
otro del antiguo (un dibujo al carboncillo de estatuaria clásica), un cuadro en
el que se representasen desnudos, una copia de pintura antigua y por último, un
cuadro de asunto con su correspondiente boceto, que era el envío del último
año, trabajo en el que los pensionados ponían todo su empeño, pues hubo muchos
que se consagraron definitivamente con dicha obra al presentarla en las
exposiciones nacionales. En cambio, la copia de obras de reconocida fama era
una forma de demostrar los progresos del
pensionado, por ello muchos de los envíos son trabajos de esta índole, que se
conservan desde entonces en los fondos de las Diputaciones.
Obras cimeras
En el
caso de nuestro pintor, desconocemos cuales fueron las producciones que remitió
a Madrid, si bien es conocido que la Diputación de Jaén conserva suyas dos copias
ejecutadas en 1877, dos años antes de conseguir la beca para la Academia de Roma: la
primera, la copia del cuadro de Pedro Pablo
Rubens, “La Sagrada Familia”,
obra que a juicio del crítico de Arte, Miguel Viribay, “nos avisa de un pintor de suma exquisitez
cromática y ejemplar dibujante, cuya decisión y briosa pincelada son parejas a
la justeza de las formas que integran la obra”.
Sagrada Familia, 117 x 90, Diputación de Jaén.
Cuadro ejecutado en 1877, dos años antes de su etapa de pensionado en la Academia de Bellas Artes
de Roma
La segunda,
“Las tentaciones de S. Antonio”, copia de la obra homónima de Coecke Van Aelste. “Pieza sutílisima –opina
Viribay- donde las haya. Misteriosa en la enormidad del silencioso espacio que
rodea a las dos figuras del cuadro: escasamente insinuada la del santo por el
contraluz producido sobre ella y la tamizada luz que atraviesa el imaginario
muro concebido a manera de casi celeste espacio rocoso, en cuyo primer plano
queda insinuada la tentación mediante un cuerpo de mujer muy de estirpe
simbolista y, claro es, de cierta respiración porosa adscrita al concepto de
cueva que cobra relevancia en pintores románticos como Pérez Villamil. Sin
embargo, la más cabal raíz que alienta esta pieza de Ramírez Ibáñez está en el
cuadro del mismo nombre pintado por Pieter Coecke Van Aelste conservada en el
Museo del Prado. Obra procedente de un ojo especialmente educado y misterioso,
hecha para insinuar más que para definir y, en tal caso, tela de evocación
misteriosa, cuya plasticidad denota la gran maestría adquirida por su autor
cuando este sólo lleva vividos poco más de veinte años y se encuentra en
un proceso que busca su definición, cuya
primera y ya muy alta madurez, podemos encontrar en sus excelentes obras de
Historia; del otro, en las telas afín a cierta poética romana de la época y
ciertas resonancias fortunyanas, convocadas sobre este lienzo a modo de
contrapunto luminoso respecto del quehacer del pintor catalán. Sin embargo,
aunque con otra pulsión y otra impronta de pincel, Ramírez Ibáñez indagaría
también en esas luces de porte y mirada impresionista, en telas como la
conservada en el salón de actos del Ayuntamiento de Arjona, ciudad en la que
como ya ha sido escrito, nació este soberbio artista; entre los giennenses, el
único que en puridad debería figurar entre los Pensionados a Roma.”
"Las tentaciones de
San Antonio" (54cm. X 70cm). 1877.
Diputación de Jaén
De regreso a España, en 1884, recibió el
encargo de un cuadro lateral en la capilla del centro izquierdo de la madrileña
Iglesia de San Francisco el Grande; -son varias las fuentes que afirman que
dicho cuadro lo había comenzado José Casado del Alisar, segundo director de la Academia de Roma durante
los años 1874 a
1881 y autor de “La rendición de Bailén”, cuadro que inmortaliza la primera
gran derrota de las tropas napoleónicas-.
En ese mismo año fue reconocido con
la segunda medalla en la Exposición Nacional
con el óleo “Don Álvaro de Luna”.
“Pedir limosna para enterrar el cuerpo de D.
Álvaro de Luna”. 1881.(365 x 300) Desde 2006 se halla en Museo de Jaén.
A
partir de entonces, su asiduidad a concurrir en las Exposiciones Nacionales e
Internacionales fue premiada con numerosos reconocimientos y distinciones:
segunda medalla en 1892 en la Exposición Internacional
de Madrid por el cuadro “Lección de piano”, un año después fue galardonado con la Medalla Única en la Exposición Universal
de Chicago por el cuadro “Retrato de niña”, certamen al que concurriría en
varias ediciones. Fue condecorado en la Nacional de 1895, obteniendo, cinco años después,
en 1910, la Primera Medalla
en la Exposición Nacional
con la obra “Antes de clase”.
Compaginó el ilustre pintor arjonero esta
intensa labor creadora con la actividad profesoral en la Escuela de Artes y Oficios
de Madrid, siendo en varias ocasiones jurado de Exposiciones Nacionales, labor
que rubricaría ostentando incluso el cargo de Presidente de la Sección de Pintura en
1920.
Opiniones de la crítica
Hasta bien entrado en los cuarenta años, su
atención estuvo concentrada fundamentalmente en los temas históricos-religiosos
que proporcionaban prestigio y clientes, si bien cultivó otro mundo de marcada
influencia onírica que encontró una clientela abierta por toda Europa, que se
puede rastrear en su cuadro “Fausto y Margarita” (1877), propiedad de la Diputación Provincial
de Jaén, donde el ilustre arjonero a juicio de Miguel Viribay “muestra con preciosismo un mundo de sueños
donde los contrastes producen las luces y las sombras que aquí se advierten
señaladas por la profundidad de un cielo oscuro, de ejecución casi esmaltada.
Obra de contacto con algunas pinturas de su tiempo, (…) en la que Ramírez deja
constancia de su alto grado de preparación capaz de producir sobre la tela
registros plásticos de excepcional altura, dentro de una manera de hacer
próxima a la miniatura”.
El crítico de arte arjonero, Cecilio
Barberán, por su parte, dejó escrito sobre su obra de género histórico lo
siguiente: “Ramírez pertenece en su
escuela pictórica a ese género serio en que el artista a la par de revelar
talento, muestra observación y hace de su obra una real enseñanza. En sus
cuadros de historia consigue el sello de distinción que caracteriza todas sus
obras. Y el arte que es arte cuando la realidad triunfa, tiene destellos de
genialidad al copiar la naturaleza y la vida en sus asuntos. Pocos pintores
habrán tan concienzudos para estudiar el natural y pocos también que consigan,
sin desvirtuar el carácter de los modelos, idealizar tanto sus creaciones.
Dibujante notabilísimo jamás coloca en sus cuadros una sola figura trazada de
memoria. Colorista acertado y justo, tampoco da una pincelada que no produzca
un efecto imaginario: su conciencia artística es severísima.
Así es que sus obras reflejan siempre la realidad de
la vida; pero una realidad grata y hermosa.”
“Té en Venecia” Plaza de San
Marcos (81 x 111) 1883
A juicio del Director del Museo de Bellas
Artes de Badajoz, Román Hernández Nieves, coincidente en gran medida con el
criterio de Luis Quesada,“la obra de
Ramírez Ibáñez se adscribe a la línea luminista próxima a Sorolla, a pesar de
su formación madrileña completada en Roma, en muchos de sus cuadros se percibe
la huella de sus orígenes andaluces. Técnicamente, aunque utiliza pinceladas
anchas y yuxtapuestas se acerca más al costumbrismo que al impresionismo. La
temática de Ramírez Ibáñez discurre por asuntos rurales, paisajes y temas
históricos, como la obra que le representa en el Museo de Bellas Artes de
Badajoz”.
“Fiesta en Venecia” (68 x 49)
La producción pictórica del ilustre arjonero
es bastante extensa. Sus grandes creaciones pueden contemplarse en las
pinacotecas de Madrid, Barcelona, Sevilla, Jaén, Chicago, S. Sebastián,
Badajoz, Santa Cruz de Tenerife y Museo del Ejército, amén de en otras muchas
colecciones privadas.
Su universo
pictórico
Autodidacta, dotado de cualidades
innatas para el dibujo y la pintura, no en vano es el pintor más representativo
que ha dado esta ciudad y, sin lugar a dudas, uno de los autores plásticos más
brillantes de la provincia de Jaén durante el último tercio del siglo XIX y el
primer cuarto del XX.
Su producción se nutre de las temáticas
que se hallaban propiamente en boga en la época que le tocó vivir: la pintura
de carácter costumbrista, el retrato, la paisajística, y los géneros
religioso e histórico.
Cultivó el ilustre artista arjonero la pintura de carácter
costumbrista. Sus obras son típicas estampas llenas de colorismo que enseñan
tanto escenarios naturales como ambientes urbanos, donde se desenvuelven
estereotipos populares propios de la época en que desarrolló su quehacer
artístico.
“Cante andaluz con Sevilla al fondo ” (1888)
“Después
de la corrida”, (1889), (58 x 84) obra menor de corte costumbrista
Sus recreaciones se convierten, pues, en instantáneas fotográficas que captan
realidades de la vida social, festiva y cotidiana de su tiempo.
El retrato realista y la paisajística con ciertas connotaciones impresionistas
fueron también géneros a los que prestó atención el artista arjonero.
Manuel Ramírez poseía todas las condiciones necesarias para dominar la técnica
del retrato: ser un buen dibujante, o lo que es lo mismo, trasladar con
fidelidad al lienzo la anatomía de los personajes, ponderación cromática y
dominio de la composición, familiaridad con el natural para elegir lo
fundamental, prescindiendo de lo accesorio y, por último, la intuición necesaria para captar, sin
desnaturalizarla, la expresión característica, definitoria, de cada retratado.
Mostramos a continuación dos de los retratos que realizó el pintor
arjonero a lo largo de su dilatada trayectoria artística:
"Retrato de niña con pañuelo". (58.50 x 48.60)
"El fumador de pipa", 1888. (73,60 x 42,50)
En cuanto al paisaje, concebido hasta
entonces como fondo de escenografías de otros géneros, cobra especial
relevancia en esta centuria gracias a la importante demanda que de estas
poéticas hacen fundamentalmente sobre todo los nuevos grupos sociales que de
manera paulatina se van abriendo paso con pujanza en la estructura social
decimonónica. A partir de este siglo la paisajística se desmarca como género
autónomo y los interesados en esta temática buscan la decoración de sus casas
con bellas escenas que hermoseen los salones con motivos naturales rebosantes
de vivaz e intenso cromatismo y que, de camino, vienen a satisfacer la
creciente admiración por la naturaleza, puesta de moda entonces por el
movimiento romántico.
Un paisaje
de temática rural donó precisamente el maestro plástico al Ayuntamiento de la
localidad, tela que durante años permaneció expuesta en el salón de actos del consistorio arjonero y que
en la actualidad cuelga en la sala de reuniones de la Alcaldía junto a una
galería de retratos de entorchados militares
Según la crítica es el lienzo en el que el artista más concesiones
hizo al impresionismo: contrapunto luminoso, intensidad cromática, pincelada
amplia y suelta y preponderancia de la luz y el color sobre las formas.
Obra donada por el pintor al Ayuntamiento de Arjona
La composición en diagonal atrae la atención hacia el ángulo inferior
izquierdo del lienzo en que aparecen, cobijadas bajo la sombra refleja de una
construcción de madera, dos grupos de personas abstraídas en sus
cotidianidades: en primer plano una joven sentada en el suelo y apoyada sobre
un puntal de madera con un pequeño en su regazo, ajeno a la escena de aparente
conversación con una anciana; en un segundo plano, desdibujadas, otras dos
figuras.
En contraposición, la parte de la derecha, más bucólica y luminosa, muestra una
vivienda campestre y su entorno trabajados con gran violencia cromática.
Cala de S. Vicente” (31,50 x 41)
“Pastorcillas recogiendo leña, (1888) (73 x 118, 92
x 137 con el marco)
La versatilidad temática del pintor arjonero abarca también varias obras de
trasunto religioso, género que empezó a cobrar especial protagonismo entre los
artistas españoles pensionados en Roma.
Manuel Ramírez no fue ajeno a esta influencia irradiada desde la Ciudad Eterna y participó, incluso dos años antes de
partir en 1879 hacia la capital italiana, de esta tendencia pictórica que
gozaría de gran auge en Europa hasta el final de la centuria.
Precisamente a esta poética pertenece su obra “La Sagrada Familia”,
actualmente conservada en los fondos de la Diputación Provincial de Jaén, que el artista de Arjona
copió de la obra homónima del autor flamenco Pedro Pablo Rubens (1577-1640) y
que, a juicio del catedrático y crítico de arte, Miguel Viribay Abad, “nos avisa de un pintor de suma
exquisitez cromática y ejemplar dibujante, cuya decisión y briosa pincelada son
parejas a la justeza de las formas que integran la obra.”
Aunque
la pintura de historia fue un género que se venía practicando desde épocas
anteriores, alcanza verdadero prestigio en la segunda mitad del XIX,
seguramente alentada y promocionada por la convocatoria de Exposiciones
Nacionales
de carácter bienal a las
que el pintor de Arjona acudió con asiduidad.
La importancia y calidad de los premios y medallas que se concedían suponía de
hecho un auténtico espaldarazo para los galardonados pues les abría la puerta
del éxito y de la fama, cuando no a la obtención de una pensión de estudios en la Academia española
de Bellas Artes de Roma.
Los artistas que participan en estos certámenes habían de ajustarse a estrictas
normas fijadas por el propio jurado.
Manuel Ramírez tuvo especial predilección por los temas históricos
relacionados con la conquista de América: fueron sus obras complejas
composiciones que recreaban personajes, indumentarias y ambientes donde el
pintor mostraba con lucidez los destellos de sus conocimientos de dibujo,
anatomía y dominio del color y la luz.
De sus obras de corte historicista cabe mencionar “Muerte de
Pizarro” (151 x 201 cms.), Tercera Medalla en la Exposición Nacional de 1878 que puede contemplarse en la
actualidad en el Museo del Ejército y “Noche triste”, óleo de 1890 adquirido en
el año 2000 por el Museo de Bellas Artes de Badajoz y "Otumba".
"Noche triste de Hernán Cortés". Museo de Bellas Artes de Badajoz.
“Otumba” 1887 (396 x 590) (en
depósito en el Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de
Tenerife)
Su actividad profesoral
Manuel
Ramírez compaginó su intensa labor creativa como pintor con la actividad de
profesor en la Escuela de
Artes y Oficios de Madrid.
Los galardones y distinciones conseguidos en las Exposiciones Nacionales e
Internacionales de Pintura a los que acudía
con asiduidad, sin duda fueron los catalizadores necesarios para obtener su
plaza de profesor, que propiciaría una estabilidad económica al pintor de
Arjona al disponer de una entrada regular de ingresos, hasta entonces
supeditada sólo a los recursos que generaban la venta de sus cuadros.
De su quehacer docente poco conocemos, si bien las enseñanzas de los maestros
en aquella época se ceñían a la aplicación de los programas tradicionales
basados en la copia de obras de los grandes pintores de siglos pasados y a
transmitir a sus alumnos o discípulos sus propios conocimientos y tendencias
estéticas adquiridos de su experiencia personal y de la de sus maestros; en el
caso del artista arjonero, el famoso pintor Federico Madrazo, muy solicitado
como retratista oficial de la Corte en la época isabelina y, en general,
de la sociedad española decimonónica.
Si hemos hallado, en cambio, algunas referencias de una de sus discípulas, la
pintora y cantante de ópera Carlota Fereal de Ferrari, (Argelia, 1880? –Madrid
1955).
Casada con Emilio Luis Ferrán Fernández, (hijo del poeta Emilio Pérez Ferrari
-Valladolid, 1850 -1907- y de Faustina Fernández Martínez Talavera) realizó sus
estudios en la Academia de Bellas Artes de Madrid y
complementó su formación con la ayuda del pintor arjonero.
Carlota Fereal de Ferrari
Como todos los pintores que querían darse
a conocer participó en numerosas exposiciones nacionales de pintura: En la Nacional de
Bellas Artes de 1901 tomó parte con “Un cuadro de frutas” y dos años después, en 1903, fue
premiada en la Exposición del Círculo de Bellas Artes.
Un año antes obtendría un sonado éxito en su faceta como cantante en su
interpretación en la ópera “Circe”,
coincidiendo con la inauguración del Teatro Lírico de Madrid.
En 1906 concurrió a la Exposición General
de Bellas Artes con el cuadro "Vendedora",
en 1908 a
la Exposición
de Zaragoza de Arte Moderno con "Unas
notas de color", ese
mismo año participó también en la
Exposición del Círculo Artístico de Barcelona y a finales de
octubre de 1911 concurriría a la
Exposición de Arte Decorativo de Madrid con el tríptico “Redención”.
Tres décadas después, en 1941,
colgó el cuadro “Lilas” en la Exposición General de
Bellas Artes y en 1947 y 1950, en plena madurez creadora, acudió con sus
cuadros a los Salones de Otoño donde fue reconocida con una medalla en la
última de las dos exposiciones mencionadas.
Su maestro Manuel Ramírez le hizo un retrato que, tras el fallecimiento de la
artista, fue exhibido a mediados de abril de 1956, en una exposición póstuma
junto a una veintena de obras de la pintora entre óleos y acuarelas, en el
salón de exposiciones de la Asociación de Escritores y Artistas de Madrid.
Semblanza
familiar
Sin embargo, parece ser que su dedicación al
arte no le recompensó con la fortuna material; sí, en cambio, en su vida
familiar. De su matrimonio con “una
virtuosa dama” tuvo tres hijos: “Ángel,
notable pintor y culto editor; Leocadio, brillante militar, -como su padre,
fue ayudado y promocionado por la familia Morales, con quien emparentó al
casarse con Argentina Morales, sobrina de D. José Morales Prieto”- que finalizó
su carrera con la divisa de capitán de Estado Mayor, y María, “bella y gentil muchacha, la obra más
hermosa y que con más amor atesora el maestro”.
Manuel
Ramírez murió en Madrid el día 6 de enero de 1925. Varios periódicos de alcance
nacional –ÉPOCA, LA ESFERA Y
ABC- se hicieron eco de la noticia y publicaron su imagen y semblanza de los
hitos más importantes que logró en vida como artista.
Diario La Esfera (17-1-1925)
Diario La Época (7-1-1925)
Su
legado artístico
Pero su impronta, su huella, su legado
artístico quedó desde entonces imperecedero para goce de los sentidos de todas
las generaciones venideras amantes de esta rama de la expresión artística.
Rastreando en las hemerotecas, podemos concluir, que su obra ha sido mostrada
en distintas exposiciones y ha formado y forma parte en la actualidad de
colecciones que participan en el mercado del arte junto a prestigiosos pintores
decimonónicos y del siglo veinte.
Sin ser demasiado prolijo, podríamos citar
algunos casos. Con motivo del fallecimiento de su discípula, la escritora y
pintora Carlota Fereal de Ferrari, a mediados de abril de 1956 se organizó una
muestra póstuma en el Salón de Exposiciones de la Asociación de
Escritores y Artistas Españoles que incluyó un retrato de la citada artista,
ejecutado por Manuel Ramírez.
Justo tres décadas después, en mayo de 1986,
bajo el título “Pinturas preciosistas del S. XIX”, la Galería Sammer expuso una
variada muestra de la pintura decimonónica, intercalando obras inéditas de
primeras firmas de pintores españoles de las escuelas de París, Roma y Venecia que incluía óleos del pintor
arjonero. Ese mismo año, a finales de octubre, se subasta en la madrileña Sala
de Arte Durán un óleo de M. Ramírez de corte taurino, “El Triunfador” con un
precio de salida de 700.000 pesetas. Tras sucesivas pujas la obra fue
adjudicada finalmente en dos millones justos de pesetas.
Un año después la sede madrileña de la
galería anticuaria Sammer ofrecía una nueva oportunidad para contemplar
pinturas de firmas españolas poco habituales en Madrid en la exposición de
carácter costumbrista y anecdótica que organizaba en mayo de ese año bajo la denominación “Obras
maestras del siglo XIX”, que contaba con el concurso del autor arjonero. A comienzos
de noviembre, la Consejería
de Cultura de la Junta
de Andalucía auspiciaba una gran exposición titulada “La vida cotidiana en la
pintura andaluza del XIX” y colgaba, entre otros autores andaluces, cuadros del
jiennense M. Ramírez en un noble edificio neoclásico, levantado en el XIX,
propiedad del Banco de Bilbao.
En la citada sala Durán se subastarían a
finales de marzo de 1990 otras pinturas del ilustre arjonero. Poco tiempo
después, el 2 de julio de 1992 la casa de subastas Ansorena sacaba a la venta
un lote de pinturas de reconocidos artistas de la talla de Salvador Dalí, Julio
Romero de Torres, Joaquín Sorolla, José Moreno Carbonero y del propio Manuel
Ramírez. Las obras habían sido expuestas con anterioridad desde mediados del
mes de junio hasta el día previo de la subasta.
Más recientemente, el 19 de Noviembre de
2002, la Sala Sotheby’s de Londres gestionó la transacción de 78
obras de arte especial de artistas consagrados
de la pintura española como Joaquín Sorolla, Julio Romero de Torres,
Ignacio Zuloaga, Santiago Rusiñol y Manuel Ramírez. A finales de abril de 2006
esta misma casa ofrecía en Nueva York una nueva oportunidad de adquirir las
obras venecianas del pintor arjonero, ejecutadas en su etapa de pensionado en
Roma.
Obras catalogadas
Muerte
de Francisco Pizarro, óleo sobre lienzo, 151 x 201 cm, firmado, 1877 (en
depósito en el Museo del Ejército, Madrid)
Premiado
con la Tercera Medalla en la Exposición Nacional de 1878.
Sagrada
Familia, óleo sobre lienzo, 117 x 90
cm., 1877 (Diputación de Jaén)
Las
tentaciones de San Antonio, óleo sobre lienzo, 54 x 70 cms.,1877,
firmado, (Diputación de Jaén)
Té en
Venecia en la Plaza de San Marcos, óleo sobre lienzo, 81 x
111, 1883
Realizado
en su etapa de pensionado en Roma
Pastorcillas
recogiendo leña, óleo sobre lienzo, 73 x 118, firmado, 1884
La
batalla de Otumba, óleo sobre lienzo, 398 x 590 cm., firmado, 1887 (en
depósito en el Museo Municipal de Bellas Artes de Santa Cruz de Tenerife)
Fiesta
en Venecia, Plaza de San Marcos, óleo sobre lienzo, 68 x 49.
Realizado durante su etapa de pensionado en Roma
Baño
pompeyano o pompeyanas en el baño, óleo sobre lienzo, 270 x 197 cm., (en depósito en el Museo de
Bellas Artes de Badajoz)
Realizado
durante su estancia de pensionado en Roma
Paisaje,
óleo sobre lienzo, 50.5 x 97,5 cm., firmada, 1887 (en depósito en el Museo
Municipal de San Telmo de San Sebastián)
Noche
triste, óleo sobre lienzo, firmado (Museo de Bellas Artes de Badajoz)
Muerte
de Tabaré, 1892
La
lección de piano, óleo sobre lienzo, 100 x 74
cm., firmado, 1897 (en depósito en el Museo Municipal de San Telmo de San
Sebastián). (Segunda medalla exposición nacional de 1882)
El
pastorcito, óleo sobre lienzo, 44 x 29
cm., firmado, 1887 (en depósito en el Museo Municipal de San Telmo de San
Sebastián)
Pedir
limosna para enterrar a don Álvaro de Luna, óleo sobre lienzo, 365 x 300 cm., firmado, 1881, (se
hallaba en depósito en el Museo del Prado hasta 2006 en que regresa al Museo
Provincial de Jaén) Fue premiado con la Segunda medalla en la Exposición Nacional de 1884
Cante
andaluz con Sevilla al fondo, óleo sobre lienzo, 1888
El
fumador de pipa, óleo sobre lienzo, 73,60 x 42,50, 1888
Después
de la corrida, óleo sobre lienzo, 58 x 84, 1889,
Retrato
de niña, óleo sobre lienzo, firmado, 1893, Primera Medalla en la Exposición Universal de Chicago
De
la ría de Marín, 1899
La
lección del perro, 1900
Calle
de Montemayor, 1906
Retrato
de la señorita F. R., 1908
Antes de
clase, 1910. Primera medalla en la Exposición Universal de Chicago de 1913.
Un
jardín, 1912
Un
paisaje de Asturias, 1912
Retrato
de niña con pañuelo, óleo sobre lienzo, 58,50 x 48,60
Cala
de S. Vicente, 31,5 x 41
Copia
de un cuadro de Tiziano (de su época de pensionado en Roma)
La
merienda del señor cura
Retrato
de D. José Morales, conocido popularmente como ‘el Cura Morales’. Realizado
durante su estancia en Martos
Varias
copias de Murillo. Realizadas durante su estancia en Martos
Varios
cuadros de la sacristía de la iglesia de Santa María de Martos. Realizados en
su etapa iniciática en Martos
Retrato
de Carlota Fereal de Ferrari
Un
rincón de Galicia
Un
amigo
El
Triunfador
Las
rosas de Marced Curró
El
busto de Mateu Montesinos
El
cuadro de López Gazabel
BIBLIOGRAFÍA:
-ARJONA: GALERÍA DE
PERSONAJES. Autor: ANTONIO RIVAS MORALES. GRANADA, 2013.
-Íbidem: MANUEL
RAMÍREZ, por SANTIAGO MORALES.
-Íbidem: VISITA EN
MADRID A MANUEL RAMÍREZ, por CECILIO BARBERÁN.
-Íbidem: OPINIONES
DE CRÍTICOS SOBRE RAMÍREZ, por LUIS QUESADA Y MIGUEL VIRIBAY.
-Íbidem: PARTIDA DE
NACIMIENTO DE MANUEL RAMÍREZ IBÁÑEZ.
-REVISTA DON LOPE DE
SOSA. Artículo: De una misiva en la que se habla de los primeros triunfos de un
tal Ramírez, natural y vecino de Arjona. Autor: ESEME. (pseudónimo de Santiago
Morales Talero). Enero, 1916.
-JAÉN (TOMO I).
DIPUTACIÓN PROVINCIAL, 1989.
-PINTORES PENSIONADOS
POR LAS DIPUTACIONES ANDALUZAS. José Álvarez.
-MECENAZGO DE LA DIPUTACIÓN EN TORNO AL ARTE.
Miguel Viribay Abad.
-PINTURA DE HISTORIA
EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES DE BADAJOZ. Autor: Román Hernández Nieves. Doctor
de Historia del Arte y Director del Museo de Bellas Artes de Badajoz.
-www.fernandoalcolea.es
-Blouin Art Sales Index
-Blog Setdart.
-DIARIO LA ÉPOCA:
Muerte del pintor Don Manuel Ramírez. Edición de 7-1-1925.
-DIARIO LA ESFERA: FALLECIMIENTO DE UN
PINTOR ILUSTRE. Edición de 17-1-1925.
-DIARIO ABC. Muerte
del Pintor Ramírez-Ibáñez. Edición de 7-1-1925.
-DIARIO ABC. Edición
de 19-4-1956.
-DIARIO ABC. Edición
de 22-5-1986.
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de 30-10-1986.
-DIARIO ABC. Edición
de 11-6-1987.
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de 5-11-1987.
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de 4-11-2002.
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