martes, 23 de diciembre de 2014

90º aniversario de la muerte del pintor Manuel Ramírez Ibáñez: (V) Su universo pictórico

      

      El 6 de enero de 1925 fallecía en Madrid a la edad de 68 años el pintor arjonero Manuel Ramírez Ibáñez, después de una fecunda vida dedicada al mundo de la expresión plástica.
      Autodidacta, dotado de cualidades innatas para el dibujo y la pintura,    no en vano es el pintor más representativo que ha dado esta ciudad y, sin lugar a dudas, uno de los autores plásticos más brillantes de la provincia de Jaén durante el último tercio del siglo XIX y el primer cuarto del XX.
Su producción se nutre de las temáticas que se hallaban propiamente en boga en la época que le tocó vivir: la pintura de carácter costumbrista,  el retrato, la paisajística, y los géneros religioso e histórico.
        Cultivó el ilustre artista arjonero la pintura de carácter costumbrista. Sus obras son típicas estampas llenas de colorismo que enseñan tanto escenarios naturales como ambientes urbanos, donde se desenvuelven  estereotipos populares propios de la época en que desarrolló su quehacer artístico.
      Sus recreaciones se convierten, pues, en instantáneas fotográficas que captan realidades de la vida social, festiva y cotidiana de su tiempo.  

          "Té en la Plaza de San Marcos de Venecia" (1883)                 

"Después de la corrida" (1889)

      El retrato realista y la paisajística con ciertas connotaciones impresionistas fueron también géneros  a los que prestó atención el artista arjonero.
      Manuel Ramírez poseía todas las condiciones necesarias para dominar la técnica del retrato: ser un buen dibujante, o lo que es lo mismo, trasladar con fidelidad al lienzo la anatomía de los personajes, ponderación cromática y dominio de la composición, familiaridad con el natural para elegir lo fundamental, prescindiendo de lo accesorio y, por último, la intuición necesaria para captar, sin desnaturalizarla, la expresión característica, definitoria, de cada retratado.  Mostramos a continuación uno de los retratos que realizó el pintor arjonero a lo largo de su dilatada trayectoria artística:
     "Retrato de niña con pañuelo" (58'50 x 48'60)

      En cuanto al paisaje, concebido hasta entonces  como fondo de escenografías de otros géneros, cobra especial relevancia en esta centuria gracias a la importante demanda que de estas poéticas hacen fundamentalmente sobre todo los nuevos grupos sociales que de manera paulatina se van abriendo paso con pujanza en la estructura social decimonónica. A partir de este siglo la paisajística se desmarca como género autónomo y los interesados en esta temática buscan la decoración de sus casas con bellas escenas que hermoseen los salones con motivos naturales rebosantes de vivaz e intenso cromatismo y que, de camino, vienen a satisfacer la creciente admiración por la naturaleza, puesta de moda entonces por el movimiento romántico.
      Un paisaje de temática rural donó precisamente el maestro plástico al Ayuntamiento de la localidad, tela que durante años permaneció expuesta en el salón de sesiones del consistorio arjonero y en la actualidad cuelga en la sala de reuniones de la Alcaldía junto a una galería de retratos de entorchados militares.
    Según la crítica es el lienzo en el que el artista más concesiones hizo al impresionismo: contrapunto luminoso, intensidad cromática, pincelada amplia y suelta y preponderancia de la luz y el color sobre las formas.
    La composición en diagonal atrae la atención hacia el ángulo inferior izquierdo del lienzo en que aparecen, cobijadas bajo la sombra refleja de una construcción de madera, dos grupos de personas  abstraídas en sus cotidianidades: en primer plano una joven sentada en el suelo y apoyada sobre un puntal de madera con un pequeño en su regazo, ajeno a la escena de aparente conversación con una anciana; en un segundo plano, desdibujadas, otras dos figuras.
    En contraposición, la parte de la derecha, más bucólica y luminosa, muestra una vivienda campestre y su entorno trabajados con gran violencia cromática.

Paisaje donado por el artista a la ciudad de Arjona

      La versatilidad temática del pintor arjonero abarca también varias obras de trasunto religioso, género que empezó a cobrar especial protagonismo entre los artistas españoles pensionados en Roma. 
       Manuel Ramírez no fue ajeno a esta influencia irradiada desde la Ciudad Eterna y participó, incluso dos años antes de partir en 1879 hacia la capital italiana, de esta tendencia pictórica que gozaría de gran auge en Europa hasta el final de la centuria.
      Precisamente a esta poética pertenece su obra “La Sagrada Familia”, actualmente conservada en los fondos de la Diputación Provincial de Jaén, que el artista de Arjona copió de la obra homónima del autor flamenco Pedro Pablo Rubens (1577-1640) y que, a juicio del catedrático y crítico de arte, Miguel Viribay Abad, “nos avisa de un pintor de suma exquisitez cromática y ejemplar dibujante, cuya decisión y briosa pincelada son parejas a la justeza de las formas que integran la obra.”

   "La Sagrada Familia", copia de la obra homónima de Pedro Pablo Rubens que se conserva en la actualidad en los fondos de la Diputación Provincial  de Jaén 

     Aunque la pintura de historia fue un género que se venía practicando desde épocas anteriores, alcanza verdadero prestigio en la segunda mitad del XIX, seguramente alentada y promocionada por la convocatoria de Exposiciones Nacionales de carácter bienal a las que el pintor de Arjona acudió con asiduidad.
      La importancia y calidad de los premios y medallas que se concedían suponía de hecho un auténtico espaldarazo para los galardonados pues les abría la puerta del éxito y de la fama, cuando no a la obtención de una pensión de estudios en la Academia española de Bellas Artes de Roma.
      Los artistas que participan en estos certámenes habían de ajustarse a estrictas normas fijadas por el propio jurado.
      Manuel Ramírez tuvo especial predilección por los temas históricos relacionados con la conquista de América: fueron sus obras complejas composiciones que recreaban personajes, indumentarias y ambientes donde el pintor mostraba con lucidez los destellos de sus conocimientos de dibujo, anatomía y dominio del color y la luz.
       De sus obras de corte historicista cabe mencionar “Muerte de Pizarro” (151 x 201 cms.), Tercera Medalla en la Exposición Nacional de 1878 que puede contemplarse en la actualidad en el Museo del Ejército y “Noche triste”, óleo de 1890 adquirido en el año 2000 por el Museo de Bellas Artes de Badajoz.

"Muerte de Pizarro". Obra premiada con la Tercera Medalla en la Exposición Nacional de 1878. En la actualidad puede contemplarse en el Museo del Ejército

"Noche triste de Hernán Cortés". Museo de Bellas Artes de Badajoz

       
      La imagen de portada pertenece al archivo del Blog.

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