martes, 7 de agosto de 2012

FIESTASANTOS 2012 (I): El Santuario de las Reliquias


    El hallazgo a mediados de octubre de 1628 de numerosos restos óseos al pie de las murallas de Santa María, algunos de ellos prontamente atribuidos a los jóvenes Bonoso y Maximiano, soldados de la milicia martirizados  el 21 de agosto de 308 por orden del Prefecto de las Españas, Publio Daciano, originaría  una verdadera conmoción emocional entre los habitantes de la entonces villa de Arjona, y propiciaría, en el contexto de la sociedad barroca del primer tercio del s. XVII, un intenso movimiento religioso que se propagó en cuestión de unos días, primero, por las poblaciones vecinas de Higuera de Arjona (27 de octubre), Villanueva de Andújar (28 de octubre) y Escañuela (29 de octubre), y poco después  a Torredonjimeno e Higuera de Martos (ambas el 28 de diciembre), Martos (17 de enero de 1629) y Santiago (25 de enero),  irradiando más tarde por distintos puntos de las provincias de Jaén, Córdoba, Granada y Málaga. (Para más información, pincha aquí).
    Todas estas poblaciones solicitan del vicario de Arjona un lugar de la plaza de Santa María donde poner una cruz,  se constituyen en cofradías para hacer fiesta solemne anual a estos Santos, y asistir a la procesión, con sus insignias, el 21 de agosto de cada año.
    La multitudinaria llegada de peregrinos a Arjona en estos primeros años para visitar las santas reliquias expuestas en Santa María llevó a las autoridades a decidir la erección de un santuario o iglesia donde pudieran custodiarse y recibir culto.
    “Será Dios servido, –escribiría el CardenalMoscoso y Sandoval, a la sazón Obispo de Jaén, el 4 de mayo de 1633- vaya yo presto a Arjona para que hagamos luego a los Santos Bonoso y Maximiano alguna capilla, donde poder decir misa y encomendarse a los Santos los que llegaren al santuario con la devoción que se merece”
Retrato del Obispo de Jaén, Cardenal Moscoso y Sandoval, impulsor de la construcción del Santuario  
  Elegido el lugar, las inmediaciones de la ermita de San Nicolás, comienzan el 30 de septiembre de 1635 los trabajos de allanamiento del terreno y derribo de tapias y, dos días después, la apertura de zanjas para la cimentación.
    Se desestima, empero, este primer emplazamiento, y se elige otro sitio por considerarlo más idóneo: “el lugar donde se descubrieron las primeras reliquias, a continuación de la puerta de Alcázar, ‘arrimada a la muralla sobre el antemuro’, entre la torre de la Vela y la del Rastrillo o Santos”.
    Para ocupar su nuevo emplazamiento, se derribó la torre de los Santos el 12 de noviembre de 1639 y comenzó la cimentación el día 23, enterrando en caja de plomo y otro de piedra un pergamino con la siguiente inscripción: “+ J.H.S. D. BONOSO ET MAXIMIANO  sub praeside Daciano Urgavonae martyrium vallis eade Urgavona tanque suis tutelari 69 templum erigit consacrat dicathoe quis ergo anno de 1635 Eclesia modernote urbano Papa 8 christianorum imperium Ferdinando 2 Hispaniam regna Philip 4, et episcopabum giennense D. Balthasare de Moscoso et Sandoval S. R. E. titulo S. Crucis Hierusalem presbitero Cardenali.”
Imagen retrospectiva de 1991 del templo dedicado a los Santos     
Las obras fueron dirigidas por el Maestro Mayor (arquitecto) Juan de Aranda Salazar, (Castillo de Locubín, 1605 - Jaén 1654), llamado por el Obispo de Jaén, D. Baltasar Moscoso y Sandoval en 1634 para encargarle la continuación de las obras de la catedral, proyectada por Andrés de Vandelvira, (obra suya fueron las capillas del testero, Presbiterio, Cúpula y Portada Norte),  lo que le valió gran renombre y la intervención en numerosas construcciones, como la propia del Santuario de Arjona.
    Bartolomé de Moya, contratista de las obras, quedó obligado a llevarlas a término, según subasta celebrada en Jaén ante Antonio Ribera, por el precio de nueve mil trescientos reales. Por aquel entonces se retribuía al maestro albañil con siete reales y tres, los peones.
    Hasta 1642, se utilizaron 18.000 ladrillos de Arjonilla, 42 cahíces de cal y 6.000 adobes, más las carretadas de piedra de Santiago de Calatrava necesaria, que importaron 6254 reales. Los gastos de estas primeras obras alcanzaron los 388.890 maravedíes.
    El Cardenal Moscoso y Sandoval había entregado ya de sus rentas de 1629, 2126,6 ¼ fanegas de trigo y 19 ½ fanegas de cebada, “más bastantes libranzas de dinero entregadas por el dicho cardenal que no se determinan ‘por no haber instrumentos ni la quenta que se tomó al depositario’.”
    De limosnas de los fieles, aparecen recibos por valor de 564.473 maravedíes.
    Aunque en la portada del templo lleva grabada la fecha de 1659, las obras no habían finalizado a la altura de 1668, según se recoge en un acta del concejo municipal fechada el 23 de julio de dicho año,  si bien se confirma ya “que la iglesia estaba abierta al culto y que en la casa, hoy del santero, vivía el vicario y juez eclesiástico de Arjona, el licenciado Francisco García del Valle”.
     La conclusión de las obras del Santuario, a tenor de la inscripción que aparece en la base del retablo construido en la planta inferior del edificio, tuvo lugar el 18 de agosto de 1672.
    Otra panorámica del Santuario
A la planta superior se accede desde la Plaza de Santa María, a través de una puerta franqueada por dos pilastras cajeadas, característica del renacimiento tardío, y rematada por un sencillo arco de medio punto apoyado en impostas.
Del entablamento arranca el segundo cuerpo, cuyo elemento principal lo constituye dos hornacinas enmarcadas en piedra moldurada cruciforme que en sus bases laterales exteriores ofrecen el detalle de dos relieves labrados en espiral.
   Aranda Salazar dejó estipulado en su informe de arquitectura redactado en 1640, la colocación en ambas hornacinas de sendas figuras de piedra, de dos varas de altura (167 centímetros), aunque no entraba en detalles sobre el aspecto formal que deberían tener las estatuas dedicadas a los Santos Mártires.
    Tal vez, esta indefinición fue la causa principal de que, a la postre, transcurriese el tiempo y el santuario se diese por finalizado en 1659, sin llegar a realizarse en piedra las efigies de los Santos Patronos. 
Portada renacentista que da acceso al Santuario desde la Plaza de Santa María    
    Coronan esta portada un frontón rebajado, que alberga en su tímpano el escudo del obispo impulsor del santuario,  rematado con dos pináculos que arrancan de sus aristas superiores y una cruz labrada en piedra en el vértice. 
 La planta del cuerpo superior es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón con lunetos y pilastras arquitrabadas que sostienen arcos de medio punto.
    En su altar mayor se colocaron las imágenes de los Santos Bonoso y Maximiano, en otro altar lateral, en pintura, los también mártires y Santos Apolo, Isacio y Crotas.
    En la parte inferior se horadó una cámara para ser vista desde fuera, a modo de cripta, con acceso al Cementerio de los Santos, construido para dar consistencia a esta construcción.
    En su exterior aparece una portada característica del plateresco tardío y dos inscripciones, con artísticas molduras, colocadas en 1644 que refieren los avatares padecidos por los mártires.
     Portada que da acceso desde el Paseo del Cementerio de los Santos
Los pilares que franquean el vano están constituidos por grandes sillares  labrados con sobrias y sencillas cenefas que contrastan con la minuciosidad de la decoración del dintel, difícil de apreciar por la huella que ha dejado durante siglos en su estructura  los rigores del clima.
    Con idénticos elementos decorativos a la portada renacentista, a excepción de la cruz, el frontón rebajado completa este conjunto arquitectónico porticado.
    En su interior se creó un retablo de yeso policromado de indudables resabios colonialistas. En este recinto “dos de sus vanos tenían como finalidad la de albergar los Relicarios de San Bonoso y San Maximiano”. Las obras del atípico retablo finalizaron el 18 de agosto de 1672.
    Retablo de yeso policromado
Así mismo, el santuario alberga el Museo de los Santos, en el que se expone buena parte del patrimonio de la Hermandad.

    BIBLIOGRAFÍA
    ANALES DE LA CIUDAD DE ARJONA. Autor: Santiago de Morales Talero. Madrid, 1965.
    ARJONA: HISTORIA, VIDA Y PAISAJE. Autor: Manuel A. Cardeña Perales.
    UN EPÍGONO DEL CLASICISMO EN LA BAJA ANDALUCÍA, JUAN DE ARANDA SALAZAR. Autor: Pedro Galera Andreu.
    ANDALUCÍA, TURISMO DIGITAL.  Primer diario europeo de información turística.

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